domingo, 4 de abril de 2010

Resurección


Guardianes en la tumba

El apócrifo Evangelio de Pedro afirma que muchos judíos se arrepienten después de la muerte de Jesús. Eso no le hace ninguna gracia al Sanedrín. De allí que manda inmediatamente a la guardia pretoriana a buscar a los apóstoles como si fueran delincuentes, acusándolos de intentar incendiar el templo. Por eso, ellos permanecen escondidos, ayunando todo ese funesto sábado. Pero Anás no se queda tranquilo sino que sigue maquinando contra los cristianos, pues estaba preocupado por el multitudinario descontento que la ejecución había producido.

Esa es la razón de que pidiera a Pilatos unos guardias para cuidar la sepultura durante tres días. Es que el saduceo recordaba la profecía que hizo Jesús, de que resucitaría en tres días. Quería evitar que sus seguidores robaran el cuerpo para luego pregonar que su maestro había resucitado. El apócrifo nos cuenta que colocan en la puerta del sepulcro un sujeto llamado Petronio, acompañado de un centurión con sus soldados. Una versión reducida de esto mismo aparece sólo en el Evangelio de Mateo.

Post-muerte

El Evangelio de Pedro cuenta que en la tumba de Jesús los guardias romanos habían colocado siete sellos y al lado plantaron una tienda para pasar allí la noche. Este apócrifo insiste que, al amanecer siguiente del mismo sábado judío,

“vino una gran multitud de Jerusalén y de sus cercanías para ver el sepulcro sellado”.

Pero esto es poco probable porque la mayoría de judíos se quedaba en casa durante todo el sábado hasta las primeras horas de la tarde, vísperas del domingo. Cuando el sol se ponía en el horizonte para dar inicio al domingo, dice el apócrifo que se escucha un raro estruendo proveniente del cielo.

Entonces los guardias ven que se acercaban al sepulcro dos sujetos rodeados de un misterioso resplandor. En esta versión, la piedra que sellaba la tumba rueda sola, dejando la entrada de la cripta totalmente abierta. Aparecen unos jóvenes “centelleantes”. Los guardias, aterrados se lo comunican al centurión y a los miembros del Sanedrín. A continuación el apócrifo dice textualmente:

Y estando ellos explicando lo que acababan de ver, advierten de nuevo tres hombres saliendo del sepulcro, dos de los cuales servían de apoyo a un tercero...”

Este tercero, evidentemente, era Jesús, quien aún no estaba del todo recuperado del tremendo trance por el que había pasado. Pero, entonces la pregunta es, ¿murió en verdad debido a la lanza del centurión o es que simplemente quedó malherido? ¿Resucitó en realidad o sólo fueron sanadas sus llagas por expertos médicos naturistas? Gran pregunta. Esto es algo que trataremos de dilucidar más adelante cuando hablemos detalladamente de la Síndone de Turín.

Siguiendo con el apócrifo Evangelio de Pedro, se afirma que mientras los guardias discuten si irían a decirle a Pilatos o no, nuevamente aparece otro extraño sujeto que también entra al sepulcro. Esto ya fue demasiado para los romanos y salen corriendo despavoridos a contárselo a Pilatos. Cuando éste lo sabe, se desentiende y dice que él no tiene la culpa de nada. Sólo pide a los guardias que guarden el secreto.

La versión de Mateo

El Evangelio de Mateo nos dice que

“pasado el sábado, al salir la primera estrella del primer día de la semana” (Mateo 28:1)

Magdalena y la Virgen vuelven a visitar el sepulcro. Al parecer esta “primera estrella” es Venus, que sale al amanecer y al atardecer. Aquí se estaría refiriendo al atardecer, que es cuando comienza el día para los judíos, como ya dijimos antes. Según este Evangelio, en este momento se produce de nuevo un temblor. Frente a ellas estaba un mensajero, quien retira la piedra que cubría la tumba para luego sentarse sobre ella. Tiene un aspecto fantasmagórico que espanta a los guardias y los hace huir. Las mujeres, en cambio, no huyen. Al contrario, el mensajero se acerca donde ellas y les comenta que Jesús había resucitado y que iba camino de Galilea donde podrían encontrarlo. Felices con la noticia, ambas Marías corren a contarlo a los demás discípulos.

La versión de Juan

Es una escena muy romántica. En el Evangelio de Juan, sólo María Magdalena tiene el valor de acercarse a la tumba. Y lo hace sola. Lo que no tiene mucho sentido ya que es difícil pensar que la madre no haya ido. Magdalena llega al sitio y ve la roca movida. Entonces, se nos cuenta una escena conmovedora. La Magdalena está llorando sobre la tumba vacía de su amado, pensando que el Sanedrín había robado su cuerpo. Es aquí que se entabla un breve diálogo entre un Mensajero y Magdalena:

“Mujer, ¿por qué lloras?”

• “Porque se han llevado a mi Señor y no sé donde lo han puesto”.


Juan nos dice que en ese instante ella voltea y ve a alguien de pie, que está todo cubierto como lo hacen algunas personas en el desierto. Entonces este sujeto misterioso le dice:

“Mujer, ¿por qué lloras?”

Y ella, creyendo que era el cuidador del huerto, le contesta:

“Señor, si tú lo has sacado, dime donde lo pusiste y yo me lo llevaré” (Juan 20: 15).

Acto seguido, el individuo misterioso susurra el nombre de ella, como sólo lo hacía íntimamente Jesús. Al oír esto, María lo reconoce ipso facto, grita emocionada ¡Raboni! (maestro con cariño) y se lanza para abrazarlo, pero él rechaza su contacto. El argumento colocado en el Evangelio de Juan es una frase ambigua:

“Aún no he vuelto a mi Padre”

Pero al parecer el verdadero motivo habrían sido las terribles y múltiples heridas que todavía tenía en su cuerpo. A las finales, Jesús le da un recado para los apóstoles, diciéndole que pronto habría de reunirse con el Padre. Ella va corriendo a decírselo a los demás.

En el apócrifo de Pedro, la visita de la Magdalena también es durante la mañana del domingo, pero no va sola sino con sus amigas para cumplir con el ritual de llorar al muerto querido. Cosa que antes no se había podido hacer por la premura del sábado pascual. Al llegar, encuentran junto a la tumba abierta, un hermoso joven que vestía un traje blanquísimo, quien les cuenta que Jesús había resucitado y que ya no se encontraba en ese lugar. Espantadas, las mujeres huyen del sitio. Este apócrifo está inconcluso y termina abruptamente cuando los apóstoles aún no se habían enterado de la resurrección de su maestro y cuando todavía lloraban su muerte mientras volvían a sus labores cotidianas.

3 comentarios:

  1. para eruditos, el sello de Roma era inviolable, por lo tanto la tesis de que se llevaron el cuerpo los mismos discipulos es nula, cuanto mas estaban escondidos!!!.

    En todas las religiones los lideres religiosos están muertos, solo el evengelio muestra el poder de regresar o vencer la muerte.

    La resurrección de Jesucristo es la piedra angular del Evangelio, de allí Pablo dice: "si cristo no hubiera resucitado entonces todo seria vano".

    Felicitaciones por la investigación.

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  2. Querido Michellangelo: Gracias por tus palabras... pero no es cierto que Jesús haya sido el único en regresar de la muerte... solo mira en Internet...
    Aqui algunos que tras su muerte, descienden a los infiernos, al tercer día resucitan y ascienden al cielo en su gloria....

    Attis, Mitra, Adonis (sirio), Osiris, Atunis (etrusco), Tammuz (babilonio), Baldur (germano), Wotan (nórdico), Hércules, Orfeo, Esculapio, Buda, Dioniso, Horus, Krishna

    cariños

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