lunes, 19 de abril de 2010

Jesús en los infiernos


Resurrección múltiple

El apócrifo Actas de Pilatos tiene una segunda parte que más parece un añadido. Dicha segunda parte empieza abruptamente con un nuevo interrogatorio que le está haciendo el Sanedrín a José de Arimatea, quien cuenta que junto con Jesús resucitaron un gran número de muertos, quedando sus tumbas abiertas y vacías.

Así ocurrió con Simeón y sus dos hijos. Es interesante notar que existe una alusión a esta resurrección masiva en la Biblia canónica, pero sólo en el Evangelio de Mateo (27: 52-53).

Una temporada en el infierno

Según esta segunda parte del Acta de Pilatos, una comitiva formada por Anás, Caifás, José de Arimatea, Nicodemo y un tal Gamaliel parten para encontrarse con los supuestos resucitados. Cuando los encuentran, los llevan a Jerusalén donde les piden que juren sobre la Toráh pues van a contar toda la verdad sobre lo que les había sucedido. Así, ellos
piden papel y pluma y ponen por escrito su declaración. Lo referido es realmente asombroso y resulta muy semejante a los relatos sobre el Hades vertidos en la mitología griega.

En esta historia, Simeón y los suyos se encuentran en el infierno (entendido como sheol) junto con los otros muertos en medio de una gran oscuridad, cuando de pronto una luz muy intensa les permite verse los unos a los otros. Entonces se produce un interesante diálogo entre los patriarcas y profetas bíblicos presentes: hablan Abraham, Isaías, Juan Bautista, Adán y su hijo Set. Aquí Set cuenta que una vez su padre cayó enfermo de muerte y entonces él debía buscar el Árbol de la Vida para obtener un óleo santo para sanarlo. Cosa que un ángel se lo impidió diciéndole que tal ungüento sería entregado dentro de miles de años, cuando el Mesías llegara a la Tierra.

En eso ocurre algo realmente particular: aparece Satán y se pone a conversar con el Infierno, como si el Infierno no fuera un lugar ni un estado, sino una persona. Esto nos recuerda al Apocalipsis cuando se dice “la Muerte venía seguida del Infierno”. En este diálogo se habla de Jesús (que acababa de morir y estaba por llegar). En la conversación, Satanás asegura que Jesús no es más que un hombre común, por más milagros que tuviera. El Infierno no está de acuerdo y ordena que no lo dejen entrar a su reino, cerrando bien las puertas con cerrojos. El rey David se burla de los miedos del Infierno. De pronto, en ese momento en forma apoteósica se abren las enormes puertas de bronce del infierno, se hacen añicos los viejos y herrumbrosos cerrojos de hierro y entra Jesús triunfal iluminando todos los rincones del tenebroso mundo. Instantáneamente, los difuntos encadenados se ven libres de sus cadenas.

Liberando a los muertos

Según esta asombrosa historia, Jesús agarra a Satanás por la cabeza y se lo entrega al Infierno en custodia con este encargo:

“Tómalo y tenlo en buen recaudo hasta mi segunda venida”.

Así lo hace el Infierno, pero se halla molesto que Jesús esté en su morada pues iba a liberar los muertos. Y así es. Jesús libera a Adán y le pide que lo siguiera al Paraíso. En el camino los acompaña el arcángel Miguel. Al llegar al Paraíso se encuentran con Enoc y Elías, quienes supuestamente no han muerto hasta el día de hoy. En ese momento, Enoc le dice a Elías:

“Vamos a seguir viviendo hasta la consumación de los siglos, entonces seremos enviados por Dios para hacer frente al anticristo y ser muertos por él y resucitar en tres días y ser arrebatados en las nubes al encuentro del Señor”.

Esto nos hace recordar que en el Apocalipsis se menciona que morirían y resucitarían al tercer día dos profetas. Y eso sería la señal del Fin de los Tiempos. Luego viene el buen ladrón Dimas y cuenta su historia. De esta manera termina la narración de Simeón y sus hijos resucitados ante el Sanedrín. Cuando acaban, dicen que tienen que volver con los otros difuntos y desaparecen ante ellos de forma sobrenatural. Pero la historia no acaba aquí sino que continúa con algo que parece ser una inserción de otro apócrifo dentro de este mismo. Se repiten muchas cosas antes contadas, con algunos detalles cambiados.

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