lunes, 19 de abril de 2010

Jesús y la ley del karma




El catolicismo se rehúsa a aceptar el concepto de la reencarnación, sin embargo, algunos Padres de la Iglesia sí creían en él, como Orígenes del siglo III. La reencarnación es la teoría filosófica de la continuidad del espíritu a través de múltiples existencias. Los hebreos creían en ella. Cuando Jesús se encuentra con el ciego, los apóstoles preguntan sobre la ley del karma.

“¿Es la ceguera de nacimiento un castigo por los pecados de los padres o por las faltas cometidas por el mismo enfermo en existencias anteriores (Juan 9:1)?”

Esto demuestra que los hebreos de esos días sí creían en la reencarnación. Entonces, Jesús explica que no todas las enfermedades son la consecuencia de los pecados y que en ciertos casos, como éste, se producían para que ocurrieran las curaciones milagrosas. En esta ocasión es muy claro que Jesús curaba fabricando extraños preparados (muy eficaces) que untaba en los enfermos. Quizá era otra técnica usada por los esenios terapeutas. Otro caso de reencarnación lo constituye una reunión en Cafarnaúm. Jesús cura a un paralítico diciéndole:

“tus pecados han sido perdonados” (Mateo 9:2).

Los escribas que estaban allí dijeron que eso era una blasfemia. Con esa frase Jesús estaba aceptando la ley hindú del karma que afirma que las enfermedades son producto de nuestras malas obras.

Ojo, la ley del karma también se ve explicitada cuando se dice que “hay que poner la otra mejilla ante la agresión”. ¿Por qué? Por la sencilla razón que no es necesario hacer justicia con nuestra propia mano porque la justicia siempre viene por sí sola, por ley. Y si uno mismo no contesta se libera de la cadena del karma. En el apócrifo gnóstico Pistis Sophia, se describe qué tipos de metempsicosis experimentarán los justos y los pecadores según sus acciones.

¿Será cierta la reencarnación? ¿Acaso en el fondo siempre estamos destinados a reencontrarnos con nuestros amigos y enemigos una y otra vez en diferentes vidas? Quien sabe. Esto aún pertenece al terreno de la creencia.

Inmortalidad, divino tesoro

Cuando Jesús dijo:

“...si vosotros permanecéis en mi palabra, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:31)

¿Acaso no estaría ofreciendo el secreto de la inmortalidad (la auto-resurrección) a los que buscaran en forma sincera la elevación espiritual? Secreto que debió estar en los pergaminos entregados por los reyes magos a su madre María: el legendario Testamento de Adán, cuyo misterio sólo podía ser dilucidado por el Avatar elegido para ese tiempo. Jesús buscaba demostrar que se podía ser amo y señor de la materia, llegando a vencer a la muerte. Pero tal ofrecimiento sólo produjo espanto y mayores acusaciones sobre él.

Cabe añadir que el Evangelio de Tomás pareciera que también estuviera hablando de la secreta técnica de autoregeneración:

“Y dijo Jesús: quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará de la muerte.... El que busca no debe dejar de buscar hasta que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo”. (Logia 1,2)

Actualmente, la ciencia ya está metiendo las narices en la idea de “resurrección”. Este concepto mítico está dejando de ser una idea descabellada para convertirse en una posibilidad para la medicina regenerativa. Así lo acredita una noticia publicada en octubre del 2006 en el diario argentino “La Nación”, donde se declara que el biólogo franco-croata Miroslav Radman del Instituto Nacional de la salud y de la Investigación Médica (Francia), logró comprender el proceso de “resurrección” de la Deinococcus radiodurans, una bacteria que es capaz de reparar su patrimonio genético para volver a la vida. Su hallazgo ha sido publicado en la revista Nature.

La Deinococcus radiodurans es una bacteria anodina. Está en todas partes y no es patológica, de modo que no hay que tenerle miedo. Algunas especies se encuentran sobre todo en los desiertos y encima de las piedras. Hoy Radman ha fundado en la ciudad croata de Split, el Instituto Mediterráneo para las Ciencias de la Vida. Su idea es reunir a jóvenes investigadores “a fin de generar una ciencia original e innovadora y donde puedan trabajar en plena libertad”.

Referencia a los apócrifos

Los hechos que cuentan los evangelios canónicos se complementan con los relatos de los apócrifos. Así, cierta vez un fariseo invita a comer a Jesús a su casa y éste no se lava las manos (costumbre judía), escandalizando al fariseo. Entonces Jesús empieza a disertar sobre la limpieza del alma y el culto a las apariencias (Lucas 11:38).

Otros maestros de la ley (seguramente saduceos) que estaban allí se sintieron aludidos por el discurso, pero a Jesús no le importó, sino más bien insiste en criticar la falsa espiritualidad y la doble moral de los fariseos y saduceos. Y es curioso, en medio de sus palabras, Jesús hace mención de un hecho que no figura registrado en los evangelios canónicos: la muerte de Zacarías (padre de Juan Bautista), por mandato de Herodes cuando oficiaba en el altar del templo (Lucas 11:51). Dicho episodio es narrado en detalle, como vimos antes, únicamente en el apócrifo Protoevangelio de Santiago.

Mal termina ese banquete, pues se convierte en un duelo de preguntas y respuestas sobre la ley mosaica. Fastidiado, Jesús abandona la casa del fariseo encontrándose fuera con una multitud que lo esperaba. Allí aprovecha para enseñar un poco a la gente y de pronto uno de sus seguidores le pide que haga las veces de juez entre él y su hermano para dividir la herencia. Cosa que Jesús rechaza de inmediato.

Entonces cuenta una parábola: la del hombre que almacena grano y muere esa misma noche (Lucas 12:21). Es un sermón sobre los bienes materiales. Sermón que se convierte en el favorito de San Francisco de Asís.

Ovnis hasta en la sopa

Cuando Jesús cuenta la parábola de Buen Pastor, alude de manera enigmática:

“…Y tengo tras ovejas, que no son de este redil, a esas también tengo que traer, y escucharán mi voz y llegarán a ser un solo rebaño, a tener un solo pastor” (Juan 10:16)

¿A quiénes se refería Jesús? Es difícil asegurarlo. Pudo haberse referido a las Tribus perdidas de Israel, a las naciones gentiles que había conocido durante sus viajes o quizá hacía referencia a ambas. O tal vez eran palabras cariñosas para su familia política cananea.

Algunos ufólogos fanáticos aseguran que se hace mención a las gentes que habitan otros mundos. Pero lo más sensato es tomar el párrafo como una profecía de cómo el cristianismo se propagaría por el mundo entero, unificando en un credo muchas razas (ovejas de otros rebaños), cosa que ha sucedido cabalmente.

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