domingo, 8 de noviembre de 2009

Romper los esquemas




¿Qué se ha dicho sobre los apócrifos? De todo. Por ejemplo, que son tan falsos como un billete de quince dólares. Pero, nos preguntamos, ¿por qué dicen que son falsos? ¿Qué razones hay para afirmar ese dictamen tan seguro? ¿Acaso el hecho que no estén dentro de la Biblia, garantiza que sean falsos? Es obvio que los apócrifos desagradan a la Iglesia. Son como una piedra en el zapato. Durante siglos los curas los han quemado, pero a veces una copia se les escapaba y ha logrado llegar hasta nuestros días. ¿Por qué los apócrifos desagradan? ¿Son peligrosos?

Primero que todo, gran cantidad de ellos invita a un proceso de exploración propia y no simplemente a repetir una recua de dogmas que nos han metido en los sesos. Igual que un koan budista: saca de plano. Hace pensar por sí mismo y empezar a cuestionar una cosa que parecía eternamente pétrea e inamovible. Pero se mueve, ya lo decía Galileo. A pesar de todo.

Por ejemplo, los evangelios gnósticos hacen cambiar la dirección de la mirada. No hacia fuera, sino hacia dentro. ¿Qué opina la santa zapatilla sobre el versículo tres del evangelio de Tomás? Que importa. Lo que vale es la interpretación de uno mismo. ¿Qué sensación, qué pensamiento le suscita? Es más. Los evangelios gnósticos hablan de una verdad escondida frente a nuestras narices. Una matrix. Y hay un observador que lo sabe, el yo sagrado que está dentro de nosotros, llamado maestro interno (que los orientales dicen que es la intuición). Está adentro, no afuera. Es allí donde hay que buscar a Dios, dicen estos evangelios. Obviamente, eso no agradaba demasiado a los curas, pues entonces ellos perdían su función de mediadores. Por eso, todo contacto con las realidades espirituales debía pasar por la supervisión de la Iglesia. De allí que la revelación vivencial íntima y profunda ha sido siempre mirada con desconfianza por el establishment católico. Cualquiera puede tener inspiraciones místicas. Es algo libre. Una experiencia propia e intransferible.

Un Jesús controvertido

Se ha dicho que los apócrifos son sospechosos. Me imagino que para la ortodoxia lo son porque estos escritos impugnados muestran una imagen de Jesús que difiere de los canónicos. Humanizar a Jesús no lo desacredita, sino que lo enriquece. Lo hace más coherente. Por ejemplo, en los apócrifos se muestra a Jesús como un ser humano de carne y hueso: fue un niño caprichoso, poseía hermanos, su madre se casó jovencita con un anciano, su familia perteneció a una clase social acomodada, se casó, su mujer no era judía sino una cananea rica con mucho poder entre los apóstoles. Y sobre todo que Jesús jamás identificó al mal con la mujer. Estos son sólo algunos datos “sospechosos”. Lo cierto es que numerosos escritos apócrifos se entretejen a las mil maravillas con los textos canónicos. Lo que uno no lo dice, lo dice el otro y viceversa. Los apócrifos complementan y llenan vacíos del rompecabezas bíblico.

Los conejos del sombrero

Sin embargo, se ha dicho que los apócrifos son imaginación popular, escritos por cualquier hijo de vecino de la época para imitar las escrituras canónicas llenando las lagunas de la historia de Jesús (porque hay varias, no pueden negarlo). Pero nos preguntamos, si esto fuera así, ¿por qué la Iglesia extrae información de los apócrifos y la divulga en su catequesis, si esta información no es confiable? Me hace recordar a un mago que saca conejos del sombrero, pero nadie sabe de donde vienen esos animalitos. Enumeremos algunos conejos:

• La lucha de Miguel y Luzbel
• Los nombres y los deberes de los siete arcángeles
• La idea de que los demonios son ángeles caídos
• La vara de José que floreció
• Los primeros pasos de María
• Los nombres de los Reyes Magos
• La cueva donde nació el niño Jesús
• El buey y el asno presentes en el nacimiento de Jesús
• El paño de la Verónica con el rostro del Mesías
• La asunción de María
• Los nombres de los ladrones crucificados
• El nombre de la esposa de Pilatos
• El nombre del soldado que le clavó una lanza a Jesús en la cruz

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