domingo, 8 de noviembre de 2009

Los entretelones de Nag Hammadi




En 1945, tres campesinos árabes de Nag Hammadi (Egipto) buscaban fertilizantes cuando hallaron bajo las arenas del desierto, un gran recipiente rojo. Al romperlo encontraron unos cuadernillos amarillentos. Algunos de ellos fueron a parar al fuego. Pero por un problema con la policía que investigaba una venganza familiar que había ocurrido en esos días, se los dieron a guardar al párroco del lugar. La cuestión que a las finales terminaron en el mercado negro y un funcionario egipcio se entera y realiza un operativo para confiscarlos. Sólo logra recuperar doce, pues uno de los libros salió de manera clandestina a Estados Unidos.

Estos manuscritos constan de trece códices de papiro encuadernados en cuero. Contienen 53 textos escritos en copto, idioma que se hablaba en Egipto durante la época de los primeros cristianos. No son originales, son copias hechas por un grupo gnóstico. Datan del siglo III ó IV de nuestra era. No obstante, se estima que los originales se hayan escrito en griego en el siglo II, pues los Padres de la Iglesia ya hablaban de ellos en esa época. Sin embargo, el profesor Helmut Koester de la Universidad de Harvard piensa que algunos son aún más antiguos. Por ejemplo, dice que si bien el Evangelio de Tomás se compiló en el 140 de nuestra era es muy probable que incluya tradiciones que datan de la segunda mitad del siglo I, tiempo en que se cree fueron también escritos los evangelios sinópticos. Entonces, es posible que varios de los evangelios gnósticos sean contemporáneos a los canónicos.

Estos escritos gnósticos fueron escondidos cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio romano y arrasó con todo lo que era diferente. Doce códices se guardan en el Museo de El Cairo y uno en el Instituto Jung de Zürich.

Hasta el siglo XX se tenía conocimiento de los gnósticos por lo mal que hablaban de ellos los escritores cristianos. Con el descubrimiento de Nag Hammadi cambia todo. Se tuvo documentos gnósticos de primera mano y se pudo leer discursos que hacían fuerte oposición al cristianismo paulista. Mencionemos algunos de los apócrifos encontrados: Evangelio de la Verdad (que cuenta la historia del jardín del Edén desde el punto de vista de la serpiente), Hipóstasis de los Arcontes, el Pensamiento de Norea (que parece un episodio de “Viaje a las Estrellas”), Evangelio de Tomás, Evangelio de Felipe, Evangelio de María, Epístola de Regino, el Libro Secreto de Juan, Evangelio de los Egipcios, Trueno Mente Perfecta, Evangelio de la Sabiduría de Jesucristo, Pistis Sophia, entre otros.

En varios textos se destaca grandemente la figura de María Magdalena. Se la pone como la discípula preferida de Jesús. ¿Qué tenía en especial esa ex-prostituta? Todos lo saben, forma ya parte del imaginario popular: María Magdalena era la compañera, la esposa de Jesús. Y esta aseveración se expresa sin pelos en la lengua en los apócrifos gnósticos. Se dice que en estos escritos se muestra una imagen demasiado extraña del Mesías, como si fuera una entidad abstracta. Es que allí se formula que Jesús es la encarnación del Logos, un aspecto de la divinidad y María Magdalena es la personificación de Sophia, otro aspecto igual de importante de la misma divinidad, la pareja primordial. Así como Jesús llegó a ser un Cristo, Magdalena alcanzó a ser una Sophia. En la mayoría de estos escritos se combate la castidad y se ensalza el matrimonio como el medio principal para alcanzar la santidad. En sus líneas se adivina cierto matiz tantrista. Es decir, el sexo visto como un connubio, donde el principio femenino se une con el masculino para formar una sola gran fuerza.

El oscuro caso de los rollos del Mar Muerto


Todo comenzó cuando en 1947 en Qumrán a orillas del Mar Muerto (Palestina), un pastor buscando a una cabra que se le había perdido, encontró en una cueva unas extrañas ánforas que albergaban dentro unos manuscritos muy antiguos. Estaban enrollados y escritos en hebreo y partes de arameo. A partir de este hallazgo, los arqueólogos han saltado en un pie y se han puesto a trabajar en esa zona durante años. Han tomado fotos de los rollos y los han estudiado. Costó esfuerzo, pues el hebreo antiguo sólo está formado de consonantes mayúsculas. Carece de vocales. O sea, fue un trabajo de titanes, pero se hizo.

Al inicio, los sectores más recalcitrantes vociferaron que los rollos eran falsos. Pero ante el peso de las pruebas se callaron la boca. Las conclusiones a las que llegaron los especialistas fueron que dichos manuscritos habían sido redactados por los esenios, grupo judío de donde los proto-cristianos obtuvieron numerosas costumbres y forma de hablar.

Su antigüedad fluctúa entre 1 a.C. y 1 de nuestra era. ¿Qué contienen estos rollos? Más de 800 escritos, entre escrituras y comentarios del Antiguo Testamento, apócrifos, textos astrológicos, además de libros litúrgicos como: Regla de la Comunidad, Rollo del Templo, Documento de Damasco y el Rollo de Cobre, que se refiere a tesoros ocultos, entre otros más. Todos ellos fueron escondidos para que los romanos no los destruyeran durante la revuelta judía del 66 de nuestra era.

Los rollos están envueltos en un aura de artimañas e intrigas. ¿Será porque la mayoría de los que lo estudian son curas? No se sabe a ciencia cierta cuantos escritos exactamente hay. Algunos se encuentran en el Museo Rockefeller de Jerusalén. Pero no son todos. Están desperdigados por varios sitios. Después de la presión de connotados investigadores laicos, el Vaticano, a regañadientes, ha mostrado a la opinión pública todo los rollos que dizque tiene en su propiedad. Sin embargo, las malas lenguas cuentan que se siguen ocultando rollos. ¿Será cierto

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