viernes, 18 de diciembre de 2009

María era una jovencita y José un anciano




De niña a mujer


Pasaron nueve años para el Protoevangelio y once para el Pseudo Mateo, cuando los sacerdotes empezaron a preocuparse por María. En cualquier momento le llegaría la regla y eso no debía suceder dentro del templo. Por consiguiente comenzaron a pensar seriamente en casarla como se hacía con todas las niñas que en ese lugar se educaban. Hubo una reunión para tratar el tema. No llegando a un acuerdo entre ellos, el sumo sacerdote se pone a rezar preocupado. El Protoevangelio nos dice que entonces un ángel se le aparece a María durante sus plegarias y le aconseja que busque un esposo pidiendo que los viudos del pueblo trajeran unas varas. De la vara del mejor candidato surgiría una señal que haría que todos se den cuenta de que él era el indicado.

Esta escena se parece mucho a una antigua profecía hecha por Isaías, en donde se dice que el Mesías provendría de un “rebrote de la vara de Jese”, padre del rey David. Sin embargo, es muy probable que el episodio de las varas no fuera para nada un hecho histórico real sino un añadido puesto por el autor para subrayar que ya empezaban a producirse señales del advenimiento del Mesías por medio de su futura madre, María.

Una jovencita y un anciano

¿Por qué elegir entre los viudos el esposo de María? Por la sencilla razón que ella había hecho votos de castidad. Por lo tanto, su matrimonio sería una mera apariencia. Si su compañero fuera un hombre bastante mayor podría asumir ese matrimonio como padre protector más que como un esposo. Así, María tenía alrededor de 14 años cuando se casó con un José de 80 y tantos años.

Para varios Padres de la Iglesia, como Hilario, Epifanio y Gregorio Niseno, José ya era un viudo cuando conoció a María. Epifanio aseguraba que José tenía 84 años al volver de Egipto con su familia y que vivió después ello, ocho años más, muriendo a los 92 años. Sin embargo, el apócrifo Historia de José el Carpintero sostiene que en el momento del matrimonio, José tenía ya 90 años y que murió a los 111.

Lo avanzado de la edad parece una exageración, simplemente para referir que fue una persona longeva. Historia de José añade que él era oriundo de Belén, que se dedicaba a la carpintería y que en su primer matrimonio, José tuvo cuatro hijos varones (Judas, Josetos o José, Simón y Santiago) y dos “hembras” (Lisia y Lidia).

Los hermanos de Jesús

Curiosamente, el dato de los hermanos de Jesús se encuentra corroborado en la mismísima Biblia en Mateo 13:55-56 donde, aludiendo a Jesús, leemos con toda claridad:

“¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y los hermanos de él, Santiago y José y Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿Dónde entonces, consiguió este hombre todas estas cosas?”

También se indica la existencia de los hermanos de Jesús en 1 Corintios 9:5, Juan 2:12, Hechos 1:14 y en Galatas 1:19. Los detractores de que el Nazareno tuviera hermanos afirman que la palabra “hermanos” se refiere a hermanos de hermandad religiosa. Pero viendo el contexto de la frase, fácilmente deducimos que se refiere a lazos familiares. Otros, aún más tirados de los pelos aducen que significa “primos hermanos”, pero aquí la palabra griega que se emplea se refiere a hermanos de sangre específicamente. Los protestantes no se hacen problemas y aceptan que Jesús tuviera hermanos. Mirando la historia vemos que Flavio Josefo habla de Santiago como hermano de Jesús.

El historiador Eusebio de Cesárea hace referencia a un primo y a un sobrino de Jesús. Igualmente, orígenes menciona que el apócrifo Evangelio de Pedro decía que José había tenido hijos de su primer matrimonio. En general, todos los apócrifos de la natividad afirman sin rodeos lo mismo. ¿Por qué ocultar que Jesús pertenecía a una familia numerosa y que poseía seis medios hermanos por parte de padre? Quizá porque la consigna era cortar sus raíces familiares lo más posible, para convertirlo en un dios sin afectos humanos.

José rehúsa volver a casarse

Según el Pseudo Mateo, cuando el sumo pontífice fue a recoger las varas para examinarlas en el Santo Santorum del templo (el altar), allí se le aparece un Mensajero quien le asegura que la paloma brotaría de la vara más pequeña, que pertenecía a José. Siendo José muy viejo y no queriendo hacerse cargo de la doncella, no había reclamado su vara. Sin embargo, el sumo sacerdote lo obliga a realizarlo produciéndose, oh maravilla, el milagro.

Si esto hubiera ocurrido en verdad, no sería nada extraño que todo hubiera sido un truco tramado por los sacerdotes para casar a María con uno de los miembros más respetables y, a la vez, más ancianos de la comunidad. No podemos olvidar que hacer trucos de prestidigitación era antes un arte obligado de aprender por los sacerdotes de todas las religiones antiguas. Casándola con José, los sacerdotes se sentirían seguros de que el voto de castidad sería respetado. Bueno, al menos en teoría.

El Protoevangelio prosigue contándonos que el sumo pontífice pone a María bajo la custodia de José, a quien la elección no le hace ninguna gracia. Antes bien refunfuña diciendo:

“Tengo hijos y soy viejo, mientras que ella es una niña, no quisiera ser objeto de risa por parte de los hijos de Israel”


Sin embargo, el sumo sacerdote hace caso omiso de la queja de José y prácticamente lo obliga con amenazas de castigo divino a aceptar a María.

Luego de los esponsales (acto por el cual el novio “compraba” a la novia antes de la boda por una cantidad de dinero o bienes que en este caso debió recibir el templo), José toma sin más remedio a María y la lleva a su casa. Una vez ahí la deja bien resguardada con sus doncellas y se marcha a continuar sus labores.

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