sábado, 26 de diciembre de 2009

Los reyes magos no eran reyes


Aparecen los reyes magos

Ni Marcos ni Lucas hablan de los reyes magos, sin embargo, Mateo sí los menciona, al igual que el Pseudo Mateo, el Protoevangelio y La Caverna de los Tesoros. Se cuenta en los apócrifos que ellos vestían ropa diferente a la de los judíos, por eso, inicialmente José desconfía de ellos. En La Caverna de los Tesoros se lee que dos años antes de que naciera Jesús, los magos vieron una estrella muy singular que ellos cotejaron en sus textos astrológicos llamados Oráculos de Nimrod donde figuraban varias profecías referentes al Mesías. ¿Cómo es posible esto? Luego trataremos de dilucidarlo. El punto es que La Caverna de los Tesoros nos relata que, conociendo los magos el destino que le aguardaba al niño que estaba por nacer, partieron “dejando el este” para llevar consigo ofrendas de oro para el rey, mirra para el médico y óleo para el sacerdote.

Según el mismo apócrifo, se mencionan los nombres de los reyes magos que aquí eran tres: Hormizd (deformación de Ormuz, dios principal persa), Jazdegerd (rey de Saba) y Peroz (rey de Seba), todos provenientes del este (Oriente). Entonces los tres se pusieron se pusieron en camino, acompañados de una gran comitiva de soldados y sirvientes, quienes sembraron el temor a su paso por toda Canaan.

De religión persa

La versión de la visita de los magos contada por el Evangelio Árabe proporciona detalles muy instructivos. Dice literalmente:

“Y sucedió que, habiendo nacido el señor Jesús en Belén de Judá durante el reinado de Herodes vinieron a Jerusalén unos magos según la predicción de Zaradust.”

Es evidente que este Zaradust no es otro que Zaratustra o Zoroastro (el creador de la religión oficial medo-persa). Esto empieza a otorgarnos mayor luz sobre la identidad de los misteriosos reyes magos. Pero, ¿a qué predicción se refiere? A aquella que cuenta sobre la venida de otros “elegidos” o “avatares” después de Zoroastro. Según un manuscrito Lauretiano del siglo XIII conservado en Florencia, Zoroastro profetizó que el próximo enviado “nacería de una virgen y que sería sacrificado por los judíos”. Este enviado, conocido entre los mazdeístas como Saosyant habría de manifestarse en el “Monte de la Revelación”, colina simbólica que guarda un extraordinario parecido con el Monte Calvario.

¿Dónde están los nombres de los reyes magos?

Los nombres de los reyes magos no figuran en ninguna parte de los evangelios canónicos. En los apócrifos sí. En el Evangelio Armenio de la Infancia se afirma que los reyes eran tres y que venían de Persia (actual Irán) avisados por un ángel. Sin embargo, la versión latina de este mismo apócrifo asegura que eran cuatro los magos y la versión siríaca (muy posterior) afirma que eran doce.

Luego, nos da sus nombres: Melkon (o Melchor) que pertenecía a los persas, Baltasar a los hindúes y Gaspar a los árabes. Sin duda alguna, son éstos los nombres más conocidos que hasta nosotros han llegado por medio de la doctrina cristiana.

El enigmático y arcano Libro de Nimrod

Asimismo, se menciona en el Evangelio Armenio que los reyes sabían de este nacimiento por medio de un testimonio escrito guardado de generación en generación y que algunos creen que era simplemente el Zend Avesta (la Biblia de los persas), lo que no parece ser cierto, puesto que el apócrifo citado alude que era una tradición sumamente “secreta y sellada” donde estarían los detalles del nacimiento del Mesías. El Zend Avesta no es un libro secreto. Ante esto uno se pregunta, ¿por qué recoveco del destino, llegó la tradición mesiánica que los hebreos guardaban tan celosamente, hasta las manos de los persas? Existen algunas pistas al respecto en el Evangelio Armenio, que hacen referencia a la existencia del polémico Testamento de Adán. Veamos:

“Herodes dijo: ¿dónde está este libro que sólo vuestro pueblo posee? Los magos dijeron: ninguna nación fuera de la nuestra, tiene noticia directa o indirecta de él. Sólo nosotros poseemos un testimonio escrito. Porque has de saber que después que Adán fue expulsado del paraíso y después que Caín hubo matado a Abel, el Señor dio a nuestro primer padre un hijo de consolidación llamado Set, y con él entregó aquella “carta escrita”, firmada y sellada de su misma mano. Set la recibió de su padre y se la trasmitió a sus hijos. Éstos a su vez, se la trasmitieron a los suyos y así fue de generación en generación. Todos hasta Noé recibieron la orden de guardarla con todo cuidado. Luego este patriarca se la entregó a su hijo Sem y los hijos de éste la retransmitieron a sus descendientes, quienes a su vez se la entregaron a Abraham. Éste se la dio a Melquisedek, rey de Salem y sacerdote del Altísimo, por cuyo conducto llegó a poder de nuestro pueblo en tiempos de Ciro, rey de Persia. Nuestros padres la depositaron con toda clase de honores en un salón especial y así llegó hasta nosotros, quienes gracias a este escrito misterioso, vinimos de antemano en conocimiento del nuevo monarca, hijo de Israel.”

Otra vez surge el oscuro Melquisedek quien al parecer, no sólo tenía tratos con los hebreos sino con todos los grandes iniciados del mundo. Al debilitarse la obediencia judía, la Orden debió dar la información a los persas para que la guardaran por un tiempo. Sin embargo, esta tradición volvería a las familias hebreas gracias a los reyes magos. Esta “carta escrita y sellada” que mencionaban los magos, ¿sería una copia persa del Testamento de Adán que algún día debía llegar a manos del futuro Mesías?

En el apócrifo de La Infancia del Salvador se dice que Herodes entrega a los magos una diadema para que se la otorguen al recién nacido de su parte con la evidente finalidad de ganarse la confianza de los extranjeros. Y así hicieron ellos. Después de entregados todos los dones, los magos hablan a José de la misión que tendrá el bebé en la Tierra, mencionando tres señales que para ellos fueron indicativas: las profecías bíblicas que habían estudiado, la conjunción astrológica y ciertas escrituras muy antiguas. ¿Acaso la copia persa del Testamento de Adán?

Gente culta

Después de estos hechos, el Evangelio de Mateo narra la entrega de las ofrendas al niño: oro, óleo y mirra, pero no da mayores explicaciones. Es por los apócrifos, sobre todo La Caverna de los Tesoros, que sabemos el significado de los presentes. Según este texto, los reyes permanecieron tres días con el niño Jesús, maravillándose de ser testigos privilegiados del nacimiento del avatar de ese tiempo. El apócrifo añade que el rey llamado Peroz dice:

“Ahora sé que la profecía de Isaías es cierta: pues cuando estuve en la escuela de los hebreos, leí a Isaías…”

Citando algunas profecías bíblicas sobre el Mesías. Se nota que conocía la Septuaginta (primera Biblia griega). También cuenta el mago que su hijo había leído la Toráh. Todo esto da a entender que los visitantes eran eruditos y tolerantes de otros cultos y no simples fanáticos pues buscaban instruirse en las religiones de los países vecinos.

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