sábado, 25 de septiembre de 2010

Jesús, ¿hombre o dios? 16


Lazaro vence a la muerte


En ese tiempo las tumbas se edificaban en las afueras de las ciudades. Sin embargo algunas tumbas de ricos se construían dentro de la misma propiedad. Por lo general en alguna cueva natural que perteneciera al difunto. Como éstas eran muy espaciosas, servían de mausoleo para toda la familia. El Evangelio de Juan nos dice que la tumba de Lázaro estaba en una cueva (Juan 11:38), lo que ratifica que ellos eran gente de muy buena posición económica.

Jesús ordena que muevan la loza de la entrada. Marta no quiere pues piensa que el cadáver debe estar apestando, pero Jesús insiste. Cuando abren la cueva, los hedores de la putrefacción, efectivamente, llegan hasta la multitud que está afuera. Adentro, el cadáver se haya envuelto en el sudario, con el paño en el rostro y las vendas sujetando su mandíbula, sus manos y pies. En medio de ese espectáculo deprimente, Jesús reza al Padre agradeciendo la oportunidad de ejercer su más grande milagro en Judea, donde era tan despreciado.

Finalmente ordena a Lázaro con voz imperativa que salga de su tumba (Juan 11:43). Lo que nos indica que nadie penetra en la cueva para sacar al cadáver. De pronto, ante el asombro de todos, Lázaro se levanta, a pesar de haber estado cuatro días en la tumba. Como no puede moverse por las vendas, Jesús manda que lo liberen de sus ataduras e escuchan exclamaciones por todos lados. Muchos se vuelven seguidores de Jesús en ese momento. En cambio, otros, espantados, corren donde Anás para contar lo sucedido.

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