miércoles, 19 de mayo de 2010

Los años perdidos de Jesús 14



Hacia la tierra del sol naciente

De la China, Jesús y María debieron continuar por la ruta de las especias que iba por el norte de China (Loyang) hasta Cantón (China sur) y de allí, vía embarcación habrían alcanzado nada menos que el Japón (antigua Cipango). Aquí sí hay evidencias. Desde 1931 se vienen encontrando una serie de pruebas acerca de la presencia de hebreos primitivos en Japón, específicamente en un pueblo al norte de esta isla llamado Ibaraki, palabra que parece una deformación de Heber, es decir hebreo. Lo interesante es que allí mismo se descubrieron documentos escritos en hebreo que relatan la vida de un sujeto muy semejante a Jesús.

Lo mismo pasa en el pueblo llamado Mimbi Mura, donde los japoneses aún bailan danzas netamente hebraicas y en Towadako, donde se encontraron pirámides con escritura hebraica. Igualmente, en la isla cercana de Hokkaido, los pobladores son una raza en vías de extinción: los Ainus, que son de tipo semítico, barba espesa y con una serie de costumbres hebreas.

En dichos lugares, además, se han encontrado piedras y tablas de madera con fragmentos de la Toráh, lo que reafirma la enorme posibilidad de que existiera allí una importante colonia hebrea y por tanto, que Jesús y María la hubieran visitado en su largo peregrinar a través de oriente.

¿Qué es el Shintoísmo?

Quizá Jesús y su madre no sólo encontraron en Japón la colonia hebrea más oriental del mundo de entonces, sino que también debieron beber de su filosofía, como en todos los otros lugares que, presumimos, visitaron. Allí se practicaba el Shintoismo, es decir el Shin Tao o Kami-No Michi (Camino de los Dioses). Los especialistas no se ponen de acuerdo en cuanto a su antigüedad, creyendo algunos que sería coetánea con el zoroastrismo, budismo y confucionismo, mientras que otros piensan que se trataría de una doctrina mucho más antigua.

Sus libros sagrados son el Ko-Ji-Ki (Memoria de Antiguos Sucesos, de alto contenido erótico) y el Nihon-Gi (Crónicas del Japón). Sus autores son desconocidos, lo que aboga en favor de la tesis de su antigüedad, pero se sabe que fueron escritos por orden de la realeza. Otros dos libros del shintoismo son el Yengi-Shi-Ki (Sobre los Cultos) y el Manyo-Shiu (Poemas). En esta religión la divinidad es Kami (Superior), pero hay 800 mil dioses más que completan la corte divina japonesa. El Shintoismo enseña que los dioses establecieron entre ellos una dinastía divina llamada Mikado enviando al nieto de la diosa Ama-Terasu (diosa-sol) a las tierras niponas para que las gobernara.

Lo que aprendió y lo que objetó

Jesús debió compartir con el shintoismo:

• La ausencia de la idolatría.
• El valor místico de la pureza.
• La reverencia por el arte y lo hermoso como parte de la religión. La belleza como puerta al espíritu.
• El aprecio por la lealtad, por la honestidad, por la rectitud y un alto sentido del honor.
• El sentido de lo armonioso y delicado.

No obstante, debió rebatir:

• Su alucinante politeísmo.
• El exceso de nacionalismo.
• El descuido del individuo como persona.
• La desvalorización de la gente.

Su atrevida soberbia (que competía con la hebrea, sin duda) al creerse una nación divina.

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