jueves, 14 de enero de 2010

Un tipo conflictivo, ese Jesús...


Fórmula masónica

Era un problema educar a este muchacho Jesús... El maestro Zaquías intenta entablar un diálogo por segunda vez con el chico, pero considerándose poca cosa para semejante muchacho, insiste para llevarlo ante una mayor autoridad: el viejo maestro Leví. A regañadientes es conducido Jesús ante Leví, quien empieza a enseñarle el alfabeto. Jesús permanece sospechosamente callado en la clase hasta que le preguntan algo y él no responde, entonces Leví le pega con una vara en la cabeza.

Hecho esto, Jesús desata su lengua mandándose un discurso sumamente sofisticado, haciéndole preguntas muy complejas (de corte netamente iniciático) que su profesor queda estupefacto. Por ejemplo, en su discurso Jesús utiliza una fórmula masónica muy conocida:

“Dime tú primero que es tau y yo te diré después que es alef”.

Esta frase debió provenir en ese entonces de la escuela hermética de los constructores del templo, fundada por salomón y a la que solían pertenecer albañiles y ebanisteros. Es muy posible que eso lo aprendiera de José quien habría formado parte de esta secta, equivalente a la masonería de nuestros días. El discurso del pequeño Jesús impresionó de tal manera al anciano Leví que dice:

“No soy capaz de aguantar las palabras de este niño”.

Y públicamente anuncia su incapacidad para adiestrarlo. Entonces Jesús, contento y sonriente de haberse salido con su voluntad, bendice a los presentes causando diversos milagros de curación. Tal anécdota también la encontramos en el Pseudo Tomás y en el Evangelio Árabe.

Jesús habla con un cadáver

Después de esto, según el Pseudo Mateo, la Sagrada Familia vuelve a Nazareth donde ocurren más incidentes desafortunados, pero que están narrados de un modo encantador. Por ejemplo, estaba jugando un grupo de niños en la terraza de una casa, cuando uno de ellos empuja desde lo alto al otro llamado Zenón, matándolo. Al saberlo los padres del difunto, culpan a Jesús delante de José y María, debido a su mala fama. Éstos, a su vez, interrogan al niño Jesús si era culpable o no, pero él no les responde sino que interroga al fallecido de este modo:

“Zenón, ¿fui yo quien te tiró?”
• “No, señor, tú no fuiste”

Así responde la víctima resucitada. Este relato también lo leemos en el Pseudo Tomás y en el Evangelio Árabe.

Mudanzas

Por la descripción del lugar de los acontecimientos (una casa con terraza), es posible que no se tratara ya de Nazareth, donde sólo habían tiendas o cuevas como viviendas. Al parecer, debido a los sucesos extraños que rodeaban a Jesús y que solía asustar mucho a sus vecinos, la Sagrada Familia se había mudado, seguramente a Galilea y quizá a la casa del abuelo Joaquín.

Pero dado el gran revuelo que causaría, nada menos que hablar con un muerto, esta vez la Santa Familia debió abandonar también la casa de los padres de maría, viéndose obligados a mudarse por un tiempo al sur, a Jericó. Quizá allí, escapando una vez más de los chismes, encontrarían refugio otra vez entre los esenios del lugar, ya que Jericó era la cuna del movimiento profético-apocalíptico. Según el Pseudo Mateo, el Pseudo Tomás y el Evangelio Árabe, por entonces Jesucito ya tenía seis años.

Adicto a los milagros

Cuando Jesús tenía ocho años, los apócrifos antes citados y el Libro sobre la Infancia del Salvador, mencionan más milagros realizados por él. Hace crecer abundantemente el trigo, juegan con los leones que habitaban en unas cuevas cercanas, monta sobre un rayo de sol, se abren las aguas del Jordán para que pase Jesús con su comitiva de leones. En fin, historias realmente fantásticas, que no parecen haber sucedido en realidad.

José trabaja para Herodes

Expone el Evangelio Árabe que Herodes Antipas (el hijo de Herodes El Grande) contrata los servicios de José y le encarga un trono con medidas muy precisas. Para fabricarlo José permanece dos años en el palacio de Herodes (en Tiberíades) donde acudió acompañado de Jesús, con quien marchaba a todas partes para que aprenda el oficio.

Lo interesante de esta historia es que, de ser en alguna medida verdadera, Jesús habría pasado dos años de su niñez dentro de la propia fortaleza herodiana. El hecho que el máximo gobernador de Galilea busque a José para que le construya nada menos que el trono, era todo un privilegio. Ese honor no se le pedía a cualquiera. Definitivamente, José gozaba de un gran prestigio, pero no como un simple y humilde carpintero, sino como un fino y elegante ebanista.

Muertes y más muertes

En el Pseudo Mateo se cuenta que Jesús mata a un profesor, pues éste perdió la paciencia y lo golpeó. Dice el apócrifo que ni bien tocó al niño, el maestro cayó muerto. Al volver Jesús a su casa, José se desespera al enterarse de la noticia, pero María se conduce más relajada y trata de calmarlo. Sin embargo, el Pseudo Tomás que cuenta la misma historia, agrega un párrafo dramático:

“El muchacho volvió a casa de José y lleno de pesar le dijo a su madre que no lo dejara salir fuera de casa porque todos los que lo enojaban quedaban muertos”

¡Qué trauma debió ser esto para Jesús! Quizá fueron este tipo de cosas lo que lo motivó posteriormente a especializarse tanto en las técnicas de curación y resurrección. A lo mejor cargaba con un enorme sentimiento de culpa frente a las muertes que él sentía que de algún modo había provocado.

Chico genio

En el Pseudo Mateo se relata que a pesar de que Jesús había matado a un profesor, la gente continuaba presionando a José para que el niño fuera educado como Dios manda. Pero era temerario ser profesor del chico. No obstante, alguien se atrevió. Se cuenta que Jesús fue a clase, tomó las escrituras y empezó a disertar sobre su significado, con tal sapiencia que

“…hasta el maestro se postró en tierra, adorándole”.

La explicación quizá la tengamos en el Pseudo Tomás, donde se asegura que esta vez el profesor era un amigo íntimo de José, por tanto, simpatizaba con el muchacho. De modo que Jesús fue con una actitud positiva al colegio, decidido a estar tranquilito sin matar ni una mosca en clase.

La tía de Jesús

En el Pseudo Mateo encontramos el valioso dato de que la virgen María tenía una hermana menor llamada María o Salome, pero sería tan sólo una media hermana, de un segundo matrimonio entre Ana y un tal Cleofás, quizá hermano de Joaquín. En el Evangelio de Felipe también se alude a la existencia de una hermana de María:

“Tres caminaban continuamente con el señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera” (logia 32)

De ser correcto este dato, esta tía de Jesús andaba mucho con ellos y compartía la mayor parte de las comidas, que eran siempre bendecidas por Jesús a la usanza esenia. Si esto es así, Joaquín habría muerto poco después de la dedicación de maría al templo, produciéndose un matrimonio de cuñados (levirato) para Ana. El levirato es una costumbre muy frecuente entre los judíos. Consiste en casarse con el hermano del esposo difunto. Si estamos en lo cierto, esta segunda María o Salomé tendría unos tres años menos que la virgen. Todo indica que ella sería una de las famosas “tres Marías” que estuvieron al pie de la cruz durante la crucifixión de Jesús y habría sido madre de dos futuros apóstoles, primos de Jesús: Santiago el mayor y Juan.

1 comentario:

  1. Buenas. Te recomiendo un libro que tal vez ya conozcas: Jesús. El galileo armado, de José Montserrat Torrents. Estoy seguro de que en muchos aspectos te abrirá los ojos.
    También, si te interesa el tema son de obligada lectura los blog de Antonio Piñero.

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