viernes, 15 de enero de 2010

La muerte de José




Continuando con el post anterior, el Pseudo Mateo agrega más resurrecciones perpetradas por el niño Jesús, por ejemplo, resucita a un bebé de pecho y a un albañil. El Evangelio Árabe añade que al llegar a Belén la encontraron víctima de una epidemia que, por la descripción, parece corresponder a la conjuntivitis. En seguida María se puso a dar ayuda médica a las gentes utilizando el agua de baño de Jesús, que de seguro era lavado con antisépticos naturales para que no enfermara.

Los apócrifos prosiguen narrando la secuela de la peste. Entre los chicos que enfermaron había un par de gemelos. Uno de ellos fallece. Desesperada, la madre lleva al otro que estaba agonizando a que lo sane María. ¿Cómo lo vuelve a la vida? Refiere el apócrifo que echaron al niño moribundo en la cama de Jesús y lo envolvieron con su ropa.

La versión árabe asegura que este niño sería el futuro apóstol Bartolomé, pero la versión siríaca sostiene que fue Tomás, lo que sería más probable, ya que Tomás le decían el “Dídimo” (gemelo). De otro lado, Bartolomé (o Natanael, ya que en ese tiempo las personas eran designadas con varios nombres, uno en hebreo y otro en griego) era nativo de Caná en Galilea. Así que difícilmente pudo estar presente en Belén durante la epidemia de conjuntivitis. Por esto, nos inclinamos a favor de la versión siríaca, en donde Tomás es el resucitado.

Judas es sanado de la rabia

Más adelante el Evangelio Árabe añade curaciones a mujeres leprosas (siempre usando el agua del baño de Jesús) y una jovencita que era atacada por un vampiro humano que chupaba sangre. Sí, así como lee. Pero, una de las curaciones más interesantes es la del futuro apóstol Judas Iscariote, quien siendo niño estaba poseso y mordía a todos cuantos se le acercaban. Uno de esos días, Jesús había salido a jugar en compañía de su hermanastro Santiago y de José cuando se topa en el camino con el endemoniado. En medio de un ataque horrible, Judas muerde en un costado a Jesús haciéndole llorar. La mordida fue milagrosa, sin embargo, pues curó a Judas de su mal. Al parecer, sufría de la enfermedad de la rabia.

El Evangelio Árabe relata una travesura muy naif de Jesús: estando con su pandilla, entra a la tienda de un tintorero llamado Salem y tiñe todos sus paños de azul. Cuando éste descubre la diablura, se pone furioso, pero Jesús fresco como una lechuga, restaura los colores de los paños y no pasó nada. Típica fábula árabe.

Jesús y su pandilla

El Evangelio Árabe refiere que Jesús pertenecía a una pandilla infantil, donde él era el jefe y muchas veces jugaban a que era el rey. ¿Cómo no ser el jefe si era el que mejor trepaba los árboles (los árboles le obedecían) y además solucionaba de forma increíble los problemas de sus amigos? Y si ellos no le hacían caso, Jesús manejaba ciertos métodos de persuasión como convertirlos en cabritos.

Más anécdotas: un día Jesús estaba jugando con su grupo, cuando se topan con un niño herido de mordedura de serpiente. Entonces Jesús viendo que agonizaba, insistió en buscar a la serpiente que había causado la mordedura para matarla y curar con ella al niño. Según el apócrifo, el niño fue salvado y se llamaba Simón Cananeo, quien después llegaría a ser su apóstol, conocido como el zelote.

Según el Libro Sobre la Infancia del Salvador, Jesús se había hecho muy popular entre los jovencitos de su pueblo, pero no todos los mayores lo veían con buenos ojos. Por esto un padre de familia llegó a encerrar a su hijo en una torre para que no pudiera unirse a la pandilla de Jesús. Pasaba el futuro Mesías a recoger a su amigo, cuando lo vio encerrado en la torre a través de una estrechísima ventana.

De un modo que no se sabe cómo, logra sacarlo de allí y entonces, nos explica el apócrifo que su padre, quien estaba enojadísimo y era el más alto dignatario en el Sanedrín, fue a quejarse donde José y allí le expresó su indignación ante los rumores que corrían sobre la divinidad de Jesús considerándolo una blasfemia y, por esto, tomó un palo para castigar al santo niño. Jesús al verlo, corrió en un santiamén hacia una colina y brincando de un salto formidable, se perdió de vista, dejando atrás a su perseguidor. Ante esto, el arquisinagogo, título que se les confería a los sacerdotes de rango alto, dejó de hostigarlo.

Entrando a la adolescencia

Después de narrar todas estas aventuras infantiles, los escritos nos remiten al encuentro con los Maestros de la Ley en la ciudad de Jerusalén. Lucas nos cuenta al respecto que la Sagrada Familia había viajado a Jerusalén con motivo de celebrar allí la Pascua (marzo-abril) y que acostumbraban hacerlo todos los años.

Pero en realidad Lucas se está refiriendo a la Fiesta de las Tortas Fermentadas, que comenzaba un día después de Pascua y la ley mosaica exigía que con motivo de esta fiesta (y otras) todos los hombres se presentasen delante de Jehová, pues no hacerlo estaba penado con la muerte. También refiere Lucas que por entonces Jesús contaba con doce años, lo que nos remite aproximadamente al mes de abril del año cinco de nuestra era, el último año de gobierno de Herodes Arquelao, uno de los hijos de Herodes El Grande.

Arquelao fue un gobernante cruel y muy impopular entre los judíos. En una ocasión, al sofocar un motín, ordenó la matanza despiadada de tres mil judíos en el recinto del templo y dos veces depuso caprichosamente al sumo sacerdote. Su divorcio y segundas nupcias también fueron contrarios a la ley judía. Finalmente, las quejas de los judíos y de los samaritanos ante César Augusto resultaron en una investigación que culminó con el destierro de Arquelao en el noveno o décimo año de su reinado. A partir de entonces, Judea llegó a estar bajo la autoridad de gobernadores romanos.

Encuentro con los grandes cerebros

Lucas y el Pseudo Tomás exponen que José y María viajan con varias personas con motivo de la Pascua. Entre éstos debieron estar algunos de los hijos de José y unos pocos asistentes. Ya de regreso cuando la caravana había avanzado un día completo, se percataron de la ausencia de Jesús. Entonces volvieron y lo encontraron muy orondo en el templo, discutiendo
La Toráh tête á tête con los Maestros de la Ley (equivalentes a los modernos teólogos), doctores (científicos) y escribas (letrados).

El Evangelio Árabe se extiende un poco más que Lucas. Se cuenta que entre los sabios había también un astrónomo y un físico. La conversación comienza con un enigma planteado por Jesús: “¿de quién es hijo el Mesías?” Entonces empieza una profunda discusión de donde Jesús demuestra el total dominio de las escrituras. No suficiente con esto, enseguida se pone a discutir de astronomía con el astrónomo y luego de medicina con el físico. No es difícil imaginar a los escribas cautivados con la inteligencia del chico.

Entonces todos los relatos coinciden en que al cabo de tres días sus parientes encontraron a Jesús y que, muy preocupada María le recriminó el haberse apartado de ellos. Todos conocemos la respuesta de Jesús:

“¿Por qué me buscáis? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”

A esto añaden los apócrifos que los doctores felicitaron a maría por tener un hijo tan brillante. Sin embargo, la reprimenda debió ser muy fuerte pues el Evangelio Árabe relata que después de este incidente Jesús no volvió a contrariar a sus papás y fue mucho más discreto en cuanto a sus prodigios, ocultándolo del resto de los mortales. Además, se dedicó con mayor concentración al estudio de la Ley como antes no lo había hecho (pues se resistía a ir al colegio, como vimos), ya no sólo reteniendo lo que escuchaba de su mamá o de su papá, sino leyendo por su cuenta los viejos libros, volviéndose autodidacta. Sin duda aquel encuentro con los sabios fue una experiencia sumamente gratificante para el joven Jesús. A raíz de ello, su interés por el conocimiento creció.

Cabe agregar que en Juan 7:15 se corrobora la versión de los apócrifos que afirma que Jesús nunca finalizó su educación en ninguna escuela convencional. Un grupo de judíos se asombraban de escuchar a Jesús:

“¿Cómo tiene conocimiento de letras cuando no ha estudiado en las escuelas?”

La lenta agonía de José


Luego de esto, la Historia de José el Carpintero, uno de los apócrifos más conmovedores y tiernos que se escribieron, nos cuenta que los dos hijos mayores de José (que aquí son Josetos y Simón) llegaron a casarse,yéndose cada uno a vivir a sus propios hogares. Lo mismo ocurrió con las hijas (Lisia y Lidia), quedándose en casa sólo Judas, Santiago y Jesús. Así, al poco tiempo y dado que José era ya bastante viejito (111 años según este apócrifo), enfermó de gravedad. El apócrifo añade una revelación hecha en un sueño por un Mensajero en donde se le anunciaba su pronta muerte en el plazo de un año. Como fuere, presintiendo su próximo deceso, José reza por su alma en el templo.

Según el cálculo que hace este apócrifo, Jesús habría tenido 18 años al morir José pues nos dice que el carpintero contrae su primer matrimonio a los 40 años de edad, que enviuda a los 89, que a los 90 se compromete con María, que a los 93 (7 a.C.) se convierte en padrastro de Jesús y que fallece a los 111, es decir, en el 12 de nuestra era aproximadamente.

Cuenta el apócrifo aludido que cierta mañana, luego de una muy lenta agonía en que José fue perdiendo una a una sus facultades, se despertó muy deprimido y preocupado por considerarse indigno para la muerte. Viéndolo tan desdichado, Jesús trató de consolarlo. Con el paso del tiempo, Jesús había llegado a conquistar el corazón del anciano y se había vuelto su consentido, pero el apócrifo nos sorprende al mostrarnos que José (y seguramente la familia entera incluyendo a la propia María) se había mantenido escéptico todos estos años en cuanto si Jesús sería el Mesías o no. Dice José en el texto:

“No me condenes a mí, siervo tuyo y obra de tus manos. Yo no sabía ni conocía el misterio de tu maravilloso nacimiento y jamás había oído que una mujer virgen pudiera dar a luz sin romper el sello de su virginidad”.

Después, José recuerda las veces que Jesús había hecho milagros que espantaban a la gente de cómo él le regañaba tirándole de las orejas. Al recordarlo Jesús, no pudo contener las lágrimas. Entonces María, que estaba cerca, pregunta si algo se puede hacer por José, y José mismo responde que nada, que esta vez no está en manos de de su hijastro salvarlo. Jesús se sienta en la cabecera de la cama del viejo y calma su ansiedad. Iba auscultándolo como un médico experto mientras trataba de aliviar los malestares de la agonía.

Las habilidades de Jesús lograron bajarle la fiebre que estaba sufriendo su padre adoptivo. Sin embargo, su presión sanguínea estaba descendiendo demasiado, signo inequívoco que la muerte estaba cerca. Por ese indicio, Jesús mandó llamar a toda la familia para que le dedicaran las últimas palabras de cariño antes de partir. Lisia, que estaba presente, recordó que esa era la misma enfermedad que había matado antes a su madre.

Muerte de José

Narra después el mismo apócrifo que, otra vez solo con Jesús, José aterrado, ve a la muerte acompañada de incontables demonios (en el sentido persa de espíritus malignos) dispuestos a llevárselo al infierno, pero Jesús los arroja y enseguida reza para que sean ángeles (en el sentido persa de espíritu bondadosos) los que acompañen a su padre al cielo (en la forma persa de un paraíso espiritual). Ya en paz, José exhala su último aliento tranquilamente con un beso de Jesús. Luego, con gran amor su hijastro le cierra los ojos y la boca al difunto y lo contempla por un rato. Después comunica la muerte a las personas que estaban esperando en la otra habitación, poniéndose todos a llorar con amargura. Jesús y María también lo hacen.

De inmediato se celebra el luto, viniendo a la casa toda la gente conocida de Galilea que aún estimaba a la familia. Pasado todo ese día de dolor, Jesús lava el cuerpo de su padre adoptivo y lo unge con bálsamo, preparándolo para el entierro. Así, Jesús bendice el cuerpo ya sin vida de su mentor. Finalmente, junto con el resto de la familia, llevan a José donde los enterradores para que sea efectuado el sepelio a la usanza judía. El cadáver es conducido a una tumba familiar y, antes de que fuera ésta sellada, Jesús lanza un emotivo discurso en homenaje a quien lo crió con tanta paciencia, luego comenzó a hablar sobre la muerte y será quizá aquí cuando juraría encontrar la manera de vencerla para siempre y para ya no necesitar desencarnar.

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