jueves, 27 de mayo de 2010

El arte y los apócrifos 5




La pintura se llama. "Cristo desciende a los infiernos". La hizo el pintor Jaime Serra en el siglo XII. Actualmente se halla en el Museo de Zaragoza, España.

Se observa a Jesús, después de su Anastasis (resurrección en griego) bajando a los infiernos a rescatar almas, tal como lo describen los escritos apócrifos de la pasión.

Ojo, hay varias versiones de Jesús en el averno... voy a ver si las pongo todas...

miércoles, 26 de mayo de 2010

El arte y los apócrifos 4



La pintura se llama: "La Muerte de la Virgen" de Caravaggio data de inicios del siglo XV. Hoy se encuentra en el Museo de Louvre.

Otra escena que no figura en la Biblia canónica. ¿De dónde la sacó Caravaggio?

martes, 25 de mayo de 2010

El arte y los apócrifos 3




La obra pictórica se llama "Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana"...

Se halla en La ermita del Pópul que está situada a 3,4 km. de Jávea (Provincia de Alicante, España). En su interior se encuentra el deteriorado lienzo del siglo XVII.

Ojo, los padres de la Virgen María (Joaquín y Ana) nunca son mencionados en la Biblia canónica.

El arte y los apócrifos 2



Aquí, la Asunción de María del pintor B.E. Murillo (siglo XV)

Desde Botticini, Carraci, Corregio, Diez Ferreras, Gil de Mena, El Greco, Mantegna, Poussin, Rubens, Terenzi hasta Tintoretto, Tiziano y Valdés Leal, también pintaron esta escena apócrifa.

Quien me diga en que parte de la Biblia canónica figura la asunción de María, se gana una 4X4.

lunes, 24 de mayo de 2010

El arte y los evangelios apócrifos



Leonardo y los apócrifos


A continuación voy a empezar a postear obras de arte que filtran información de los escritos apócrifos. Comencemos con el inigualable Leonardo Da Vinci y su obra "La Virgen, Santa Ana y el Niño"...

Santa Ana es la madre de María. Esa información solo figura en los apócrifos. ¿Cómo lo supo Leonardo? ¿Cómo se enteró?

Definitivamente, la literatura apócrifa era leída a escondidas de los ojos críticos de la Iglesia Católica.

jueves, 20 de mayo de 2010

Fin de los Años perdidos de Jesús



De vuelta a casa

¿Qué edad tenía Jesús al volver a Palestina? Para saber esto primero diremos que no es verdad que Jesús tuviera 30 años exactos al comenzar su prédica. La única referencia al respecto en los evangelios es la que hace Lucas (3:23) diciendo lo siguiente:

“...Además, Jesús mismo, cuando comenzó, era como de treinta años...”,

Es decir, que estaba dentro de la década de los treinta. Cuando Jesús regresa, su primo Juan ya había empezado su ministerio. Lo que ocurrió según Lucas (3:1-3) en el año decimoquinto del reinado de Tiberio César. El año decimoquinto del emperador abarcó desde el 17 de agosto del año 28 de nuestra era en el calendario gregoriano hasta el 16 de agosto del año 29 de nuestra era Por tanto, si Jesús nació en el año 7 a.C. del calendario gregoriano, tenemos que debió tener unos 34 años cuando volvió a su tierra con su madre. Por entonces, hacía ya dos años que Pilatos había sido nombrado quinto gobernador de Judea.

Si Jesús tenía 34 años al volver a su patria, vemos que invirtió 20 años de su vida en viajar y aprender. Es muy probable que tres cuartos de este tiempo los usara en su viaje de ida (15 años aproximadamente) y sólo un cuarto (alrededor de cinco años) en retornar, pues de ida habría aprovechado para estudiar los escritos sagrados. Para entonces María, 15 años mayor que Jesús, contaría con unos 49 años de edad y sus sandalias estarían cubiertas del polvo de mil caminos recorridos junto con su hijo querido.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Los años perdidos de Jesús 14



Hacia la tierra del sol naciente

De la China, Jesús y María debieron continuar por la ruta de las especias que iba por el norte de China (Loyang) hasta Cantón (China sur) y de allí, vía embarcación habrían alcanzado nada menos que el Japón (antigua Cipango). Aquí sí hay evidencias. Desde 1931 se vienen encontrando una serie de pruebas acerca de la presencia de hebreos primitivos en Japón, específicamente en un pueblo al norte de esta isla llamado Ibaraki, palabra que parece una deformación de Heber, es decir hebreo. Lo interesante es que allí mismo se descubrieron documentos escritos en hebreo que relatan la vida de un sujeto muy semejante a Jesús.

Lo mismo pasa en el pueblo llamado Mimbi Mura, donde los japoneses aún bailan danzas netamente hebraicas y en Towadako, donde se encontraron pirámides con escritura hebraica. Igualmente, en la isla cercana de Hokkaido, los pobladores son una raza en vías de extinción: los Ainus, que son de tipo semítico, barba espesa y con una serie de costumbres hebreas.

En dichos lugares, además, se han encontrado piedras y tablas de madera con fragmentos de la Toráh, lo que reafirma la enorme posibilidad de que existiera allí una importante colonia hebrea y por tanto, que Jesús y María la hubieran visitado en su largo peregrinar a través de oriente.

¿Qué es el Shintoísmo?

Quizá Jesús y su madre no sólo encontraron en Japón la colonia hebrea más oriental del mundo de entonces, sino que también debieron beber de su filosofía, como en todos los otros lugares que, presumimos, visitaron. Allí se practicaba el Shintoismo, es decir el Shin Tao o Kami-No Michi (Camino de los Dioses). Los especialistas no se ponen de acuerdo en cuanto a su antigüedad, creyendo algunos que sería coetánea con el zoroastrismo, budismo y confucionismo, mientras que otros piensan que se trataría de una doctrina mucho más antigua.

Sus libros sagrados son el Ko-Ji-Ki (Memoria de Antiguos Sucesos, de alto contenido erótico) y el Nihon-Gi (Crónicas del Japón). Sus autores son desconocidos, lo que aboga en favor de la tesis de su antigüedad, pero se sabe que fueron escritos por orden de la realeza. Otros dos libros del shintoismo son el Yengi-Shi-Ki (Sobre los Cultos) y el Manyo-Shiu (Poemas). En esta religión la divinidad es Kami (Superior), pero hay 800 mil dioses más que completan la corte divina japonesa. El Shintoismo enseña que los dioses establecieron entre ellos una dinastía divina llamada Mikado enviando al nieto de la diosa Ama-Terasu (diosa-sol) a las tierras niponas para que las gobernara.

Lo que aprendió y lo que objetó

Jesús debió compartir con el shintoismo:

• La ausencia de la idolatría.
• El valor místico de la pureza.
• La reverencia por el arte y lo hermoso como parte de la religión. La belleza como puerta al espíritu.
• El aprecio por la lealtad, por la honestidad, por la rectitud y un alto sentido del honor.
• El sentido de lo armonioso y delicado.

No obstante, debió rebatir:

• Su alucinante politeísmo.
• El exceso de nacionalismo.
• El descuido del individuo como persona.
• La desvalorización de la gente.

Su atrevida soberbia (que competía con la hebrea, sin duda) al creerse una nación divina.