miércoles, 31 de marzo de 2010

Evangelios apócrifos que hablan de la muerte y resurección de Jesús


Vas a morir… y regresar

“¡Oh Señor Jesucristo!, permíteme a mí, Karino, que exponga las maravillas que obraste en los infiernos.”
-Actas de Pilatos-

Evangelio de Pedro: Descubierto en 1886 dentro de la sepultura de un monje cristiano de Akhmim (Panápolis, Alto Egipto). Hoy se encuentra en el Museo de Gizeh. La copia que ha llegado hasta nuestros días es un pergamino en forma de libro que data del siglo VIII aproximadamente. Sin embargo, Serapión, obispo de Antioquia y Orígenes (ambos de finales del siglo II) ya lo mencionan en sus escritos. Posteriormente Eusebio de Cesárea lo critica duramente, mientras que Teodoreto Cirense (siglo V) afirma que este apócrifo lo usaban los nazarenos.
Actas de Pilatos (Evangelio de Nicodemo): San Justino (año 150) dice haber conocido ciertas Actas de Pilatos. Igualmente Tertuliano (año 200) y Eusebio de Cesárea (año 312). Parece ser que fueron re escritas. Así lo testifica San Epifanio (finales siglo IV), Orosio (siglo V) y Gregorio de Tours (siglo VI). Comprende de dos partes, perfectamente independientes. El autor es un tal Ananías. Las copias que se tiene son del siglo XI al XV.
Declaración de José de Arimatea: Es un resumen de las Actas de Pilatos. Estuvo muy en boga durante la Edad Media. La copia hallada es del siglo XII.
Sentencia de Pilatos: Contenido en un manuscrito italiano del Archivo General de Simancas. La copia que tenemos fue re escrita por un soldado del siglo XVII.
Tradición de Pilatos: Versión oriental de Actas de Pilatos.
Relación de Pilatos: Su título original es Carta de Pilatos a César. La copia que se tiene proviene del siglo VII, que es una reelaboración de un documento bastante antiguo.
Correspondencia de Pilatos a Herodes (y de Herodes a Pilatos): Son dos cartas en donde se han mezclados leyendas medievales.
Muerte de Pilatos: Copia medieval (manuscrito de Milán) que proviene de una fuente aún más antigua.
Venganza del Salvador: Relata la destrucción de Jerusalén por Tito y la historia de Natán y del paño de la Verónica. Hoy se conserva el códice Véneto Marcos y Ambrosio del siglo XIV. El documento original debió remontarse a los tiempos del emperador Claudio.
Evangelio de Bartolomé: De origen copto, escrito en el siglo V.
Evangelio de Bernabé: Manuscrito árabe que menciona a Mahoma como un gran profeta.
• Correspondencia entre Jesús y Abgaro: Existen versiones en diferentes idiomas: siríaco, armenio, griego, latín, árabe, copto y eslavo. Su copia más antigua se remonta al siglo III. Se piensa que fue escrita por un seguidor de Jesús, basándose en tradiciones antiguas verídicas. Alude al controversial Sudario de Turín.

lunes, 29 de marzo de 2010

¿Dónde rayos crucificaron a Jesús?



¿Dónde estaba la cruz?

Lucas dice que mientras Jesús caminaba por el empedrado, un gran grupo de mujeres estaba siguiéndolo de cerca, llorando y gimiendo. Seguramente entre ellas estarían las famosas tres Marías: la Virgen, la tía Salomé y la Magdalena. Según el apócrifo Actas de Pilatos, los malhechores Dimas y Gestas marchan cargando sus respectivos maderos. La pregunta es: ¿cuál fue el recorrido que en verdad hicieron? En la actualidad, es un misterio. Los especialistas no se ponen de acuerdo. Los evangelios no especifican que tan lejos se hallaba este sitio de la fortaleza Antonina.

Se dice que donde antes estaba el Gólgota y la tumba de Jesús, hoy está la Iglesia del Santo Sepulcro, situada dentro de los muros de la Jerusalén. Pero esta ubicación también es discutible, pues nunca se hizo ningún intento por determinar el lugar donde Jesús fue ejecutado y muerto hasta el siglo IV d.C. Recién el emperador Constantino encomendó la tarea (326 d.C.) al obispo Macario y a su propia madre (Santa Elena), quienes llegaron a la conclusión de que el templo de Adriano a Afrodita había sido construido encima del santo sepulcro.

Por eso, Constantino ordenó la demolición de este templo, encontrando en ese lugar una tumba cortada en la roca, que fue aclamada como la tumba de Jesús. A unos 85 m. de allí supuestamente encontraron los restos de tres cruces, atribuidas a Jesús y a los ladrones.

Esta versión es totalmente fantasiosa, ya que si Jesús fue ejecutado en un lugar donde todos los días se castigaba a incontables reos enemigos del Imperio, lo más lógico es pensar que las ejecuciones tendrían que haber continuado haciéndose después de la muerte de Jesús por muchas generaciones más, en el mismo lugar. Cuando el obispo encontró estos vestigios, se dice que uno de los maderos hallados demostró poseer poderes curativos y, como consecuencia, se afirmó que era la cruz de Jesús (¡qué buen argumento!).

Esta historia nos la cuenta Eusebio, quien asegura que además se encontraron en el mismo sitio los clavos y el INRI (IESUS NAZARENUS REX IUDAEROUM) que parece la única parte verídica de toda la historia, pues esta reliquia, según los expertos, parece auténtica y motivó una serie de noticias interesantes durante el año 2000. Una de ellas dice:

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ABC

Historiadores confirman la autenticidad del “Título de condena” de la Cruz de Jesús

ROMA. Juan Vicente Boo corresponsal


El “Título de condena” que indicaba sobre la cruz de Jesús la causa de su ejecución ha llegado hasta nuestros días, según afirmó ayer el historiador alemán Michael Eximan, autor del primer estudio contemporáneo sobre el fragmento conservado en la basílica romana de Santa Cruz de Jerusalén.

La pieza de nogal de 14 por 25 centímetros y 687 gramos de peso es una parte del “Titulus damnationis” El análisis de Michael Hesemann ha sido, sobre todo, histórico, arqueológico y paleográfico, con la colaboración de docenas de arqueólogos, epigrafistas y orientalistas.
El fragmento del “Título de condena” que se conserva en Roma no incluye toda la frase que menciona San Juan en el capítulo 19 de su evangelio, «Jesús Nazareno, Rey de los judíos» (INRI en sus iniciales latinas), sino tan sólo algo más de la parte correspondiente a «Nazareno». De la línea más alta en hebreo se ve sólo la parte inferior de algunas letras. En cambio, la palabra “NAZARENUS” se lee bien tanto en la línea intermedia en griego como en la inferior en latín.

La línea griega incluye al final una B, la primera letra de “basileous” (rey), mientras que la línea latina añade dos letras: el inicio de la palabra “rex”. Los tres textos están escritos de izquierda a derecha, como hacían a veces los escribanos judíos, habituados al sentido del hebreo. El estudio epigráfico coordinado por Michael Hesemann confirmó un consenso entre los especialistas.

El tipo de letra hebrea permaneció en uso entre los siglos I y IV. En cambio, la letra griega es, claramente del siglo I, como sucede también con los caracteres latinos.

FALTA DE ESTUDIOS SERIOS

Curiosamente, incluso los errores del texto apuntan a la veracidad de una reliquia a la que no se prestaba demasiada atención debido a que el interés se ha concentrado siempre en la Cruz. Nadie había emprendido un estudio arqueológico serio sobre una inscripción que tanto podía ser la auténtica como un instrumento pedagógico para etiquetar en Roma las reliquias de la Cruz, descubiertas el año 325 bajo el templo de Afrodita en la ciudad refundada por el emperador Adriano el año 130.

Fueron traídas de Jerusalén por Santa Elena, la madre del emperador Constantino, quien había tenido una visión de la cruz el año 312 durante su guerra civil contra Majencio.

El prefecto romano, Poncio Pilatos, condenó a muerte a Jesús por haberse declarado “mesías” o “rey” de los judíos, un delito de traición a Roma. El delito debía figurar en su “Titulus damnationis”, lo mismo que el nombre del reo y, como el de “Jeshua” era bastante común, su lugar de nacimiento o algún otro detalle de identificación.

La palabra “Nazarenus” es correcta en latín, el idioma oficial de un texto escrito en tres lenguas precisamente para que lo entendiesen los judíos y forasteros venidos a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Quizá por eso emplea una mera transliteración del latín para la palabra griega “nazarenous”, que debería ser “nazoraios” si respondiese al término original hebreo.

La parte del “Titulus Vía” conservada en Roma es casi la central, pero no muestra señales de un clavo que la fijase al estípite vertical sobre el que se fijaba el patíbulo o parte horizontal de la cruz.

El estudio de las doce formas de crucificar y de los diversos tipos de cruz señala que, frecuentemente, el título se ataba con una cuerda.

La tabla de madera conservada en la basílica romana, construida sobre la capilla del palacio de Elena el año 327 es, según Hesemann, “el documento jurídico del proceso más importante de la historia”.

ESCONDIDO POR LOS SAQUEOS

El resto de la tabla, según expone el investigador en el extenso libro “Titulus Vía” que presentó ayer en Roma, fue venerado en Jerusalén. Por eso los testimonios más antiguos, como el del historiador Sozomenos de Gaza el año 443 se refieren al texto “(RE)X IUDAEORUM”, que era el del fragmento dejado por Santa Elena a la iglesia local de Jerusalén, donde Constantino levantó enseguida la Basílica del Santo Sepulcro.

La reliquia jerosolimitana se perdió el año 614 durante la invasión de Cosroes e incluso la romana “desapareció” durante varios siglos. Había sido escondida dentro de un muro de la basílica de la Santa Cruz para protegerla de los frecuentes saqueos de Roma y del robo de reliquias.

Fue descubierta el uno de febrero de 1492, siendo papa Alejandro VI de Borgia, quien autorizó el culto en 1496. El estudio científico del Santo Sudario de Turín, (Italia) es materia de una cátedra universitaria específica de sindonología en la Universidad Lateranense desde hace cinco años.

Muy probablemente, la cátedra incluirá también el “Titulus” pues junto al rostro del sudario aparece también la palabra “nazarenus” en caracteres griegos”.

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¿Avala este hallazgo el descubrimiento del Santo Sepulcro que realizó Santa Elena? No necesariamente. Debemos recordar que se trata sólo de una leyenda. Con visiones y milagros extraordinarios de por medio. Pero nada más. La reliquia pudo haber llegado a manos de la gente de Constantino de mil maneras mucho más simples. Luego se le adjudicaron maravillas para engrandecer el hecho.

Cuando Santa Elena encontró esta antigüedad, ya habían transcurrido más de 300 años de cristianismo.
Es muy probable que los objetos que rodearon la muerte de Jesús hubieran pasado como herencia, de mano en mano de familias cristianas. De ser encontradas en tumbas, fácilmente podrían ser las tumbas de los seguidores que guardaron estas cosas como verdaderos tesoros de su fe. En suma, la reliquia del título podría ser verdadera, pero el lugar donde fue encontrada no significa nada.

domingo, 28 de marzo de 2010

Merchandising católico


Merchandising católico

Como ya vimos, Constantino en el siglo IV d.C. mandó a su madre con una comitiva a buscar el lugar y los restos de la agonía y muerte de Jesús. Entre los souvenirs santos que supuestamente rescató esta señora se encuentran:


La Escala Santa:
Son dos escaleras interiores de la fortaleza Antonia que enlazaba el Litostrotos (Empedrado) con el cuerpo de guardia. Allí Jesús había comparecido ante Pilatos. Se dice que Santa Elena la hizo traer a Roma y que fue colocada en el palacio lateranense, edificio que se convirtió en la sede del papado por bastante tiempo. Hoy dicha reliquia se venera en una iglesia de las inmediaciones de San Juan de Letrán.

La Cruz:
Según las crónicas del historiador cristiano Eusebio de Cesárea (315-371 d.C.), su descubrimiento se efectuó junto con el título y los clavos al destruir el Templo a Afrodita, erigido sobre el antiguo templo a Júpiter, levantado en tiempos del César Adriano sobre los cimientos del Templo de Salomón. Este hallazgo fue duramente criticado por Calvino (figura destacada de la Reforma), siglos después, quien afirmó irónicamente que “si se reunieran en un sólo lugar todos los fragmentos de la Cruz venerados en el mundo, se podría llenar un barco entero”. A decir verdad, es muy poco probable que tal descubrimiento se hubiera producido en verdad si tomamos en cuenta que sobre el empedrado ya se habían construido y derruido dos templos a deidades paganas. No por las puras habían pasado cuatro siglos. En todo caso, las maderas halladas y confundidas podrían ser, simplemente, viejas vigas pertenecientes al templo de Júpiter. Pese a ello, el supuesto descubrimiento motivó que en el lugar se erigiera una basílica cristiana monumental llamada por entonces Martyrion.

El madero que pasó como la “Santa Cruz” (o “Lignum Crucis”) fue dividido en dos partes. Una se trasladó a Constantinopla y la otra a Roma. Esta última fue la que más pronto acabó reducida en minúsculos pedacitos que terminaron en los relicarios de reyes, nobles y religiosos de todo el mundo. Por ello fue que más tarde tuviera que ser llevado a Roma un trozo del que aún se conservaba en Constantinopla. Hay una leyenda de la Iglesia Griega Ortodoxa que se contrapone al hallazgo de Santa Elena. Es una versión mucho más creíble. Se dice que apenas murió Jesús, los apóstoles habían rescatado el madero de su tormento y lo conservaban con bastante celo. Temerosos de que su reliquia fuera destruida en alguna persecución, la fragmentaron en 19 pedazos que fueron repartidos en diferentes iglesias. Ya en esos lugares, las maderas santas habrían sufrido más fragmentaciones. Una y otra vez. Es posible que Santa Elena simplemente recuperó uno de los tantos trozos importantes y lo llevara a Roma. Sin embargo, tal como aseveró Calvino, es innegable que la mayoría de esas astillas son falsas.

La Cruz del Buen Ladrón: Por supuesto esta reliquia es aún más dudosa que la anterior. Hasta hoy existe un fragmento de esta presunta cruz en la Cripta de la Basílica, en Roma. Mide 2,25 metros de longitud por unos 160 milímetros de altura. Se supone que es el Patibulum (o madero transversal) que se montaba sobre la estaca vertical (o Stipes), fija en el suelo. En esta madera se ve un gran rótulo con letras doradas con la inscripción Pars crucis boni latronis. Hay un orificio por donde se insertaría el stipes. Es un agujero redondo de unos 25 milímetros de diámetro, muy deformado. La superficie está astillada. Por ciertas crónicas sabemos que dichos fragmentos también fueron destinados a relicarios.

La Casa de Dimas: Al parecer, Santa Elena también hizo este descubrimiento. Es una reliquia que entra en la categoría de topográfica. Se encuentra a unas diez millas de Jerusalén sobre una colina, entre algunas ruinas de casas antiguas. Actualmente es conocida como la Iglesia del Castillo de San Dimas. Por la literatura del siglo XVIII, se sabe que ya desde entonces había peregrinaciones a este lugar.

El Rotulo “INRI” (o “Titulus Crucis”): Pareciera ser uno de los pocos hallazgos verdaderos realizados por Santa Elena. Se dice que la madre de Constantino lo dividió en tres trozos (o quizás ya lo encontró así). Uno de los pedazos se quedó en Jerusalén, otro fue enviado a Constantinopla y el tercero fue remitido, junto con la cruz, a Roma, a la Basílica Sexoriana.

Los Clavos: Tendrían que ser sólo tres. Sin embargo, los que se veneran en diferentes iglesias exceden esta cantidad. Hay uno en el Museo del Palacio Imperial de Viena, otro en la catedral de Colonia, otro en el convento de las clarisas de Monforte de Lemos, otro en Lugo, otro en la catedral de Treveris, otro en Essen, etc, etc, etc....

La Clámide (o Manto Púrpura): Quizá fue un simple pedazo de tela (o un viejo manto en desuso). Plinio y Plutarco dicen que se trataba de un manto de lana bruta, teñida de rojo, que usaban los soldados sobre la armadura. Aparece mencionado en el catálogo de reliquias remitido a los cruzados, elaborado en el año 1100 d.C. Se duda también de su autenticidad y fue fragmentada como las maderas de la cruz. Hay trozos por todos lados. Se encuentran dispersos en cientos de iglesias, monasterios, abadías, conventos, etc, etc, etc.

La Caña: Fue un instrumento de burla y sólo se menciona en dos de los cuatro evangelios. Los soldados se la habrían puesto en la mano derecha a Jesús, a manera de cetro imperial. Se supone que Santa Elena la encontró junto a la cruz, los clavos y lo demás. Aparece en catálogos de reliquias de los tiempos de las cruzadas, pero hoy se encuentra desaparecida. Quizá la tenga algún coleccionista.

La Esponja: Supuestamente también encontrada junto con la cruz, los clavos, el titulo, la caña, la clámide, etc. Aunque fue fragmentada como las demás reliquias, la mayoría de estos fragmentos se han perdido. No obstante se conserva uno en Ausburgo, Alemania. Su autenticidad es más que dudosa.

La Corona de Espinas: Se presume que formó parte de los objetos encontrados por Santa Elena junto a la cruz. Sus fragmentos se hallan regados por todo el mundo. La frase de Calvino se podría también aplicar perfectamente a esta reliquia. Uno de los pedazos está en la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén.

La Lanza de Longinos: Quizá una de las reliquias más legendarias. Sobre todo por la leyenda que promete el dominio del mundo para aquel que la posea. Esto hizo que esta punta de lanza estuviera siempre en manos de los poderosos. Pasando de mano real a mano real, de los Césares a los grandes monarcas europeos, como trofeo de guerra hasta formar parte del Tesoro Imperial de Viena. Cuentan leyendas modernas que el propio Hitler, conocedor de estas tradiciones, quiso robarla a los Austriacos durante la Segunda Guerra Mundial, pero que los norteamericanos se lo impidieron. Incluso hay quienes murmuran que los norteamericanos fueron los que se apropiaron de la lanza legítima, dejando una mera copia en el Museo de Viena.

sábado, 27 de marzo de 2010

Muerte de Jesús... ¿o no?



Por Semana Santa... hagamos un breve break en el tiempo de los años perdidos de la juventud de Jesús y hablemos acerca de su muerte.

¿Era Jesús el que murió?

Algunos piensan que no fue Jesús el que murió en la cruz. Se basan en un apócrifo gnóstico llamado Segundo Tratado del Gran Set, proveniente de los papiros del Nag Hammadi, donde se dice que Jesús engañó a los romanos, al crucificar a otro hombre en su lugar: a Simón de Cirene, revestido de la apariencia del Nazareno. Mientras que Jesús, disfrazado de Simón, observaba la crucifixión, muerto, pero de la risa del macabro espectáculo. Veamos este extracto donde Jesús habla en primera persona:

“No sucumbí ante ellos como ellos habían planeado...Y no morí en realidad, sino en apariencia, no fuera a ser avergonzado por ellos... Fue otro, ... quien bebió la hiel y el vinagre, no fui yo. Me golpearon con caña, fue otro, Simón, quien llevó la cruz sobre sus hombros. Fue otro a quien colocaron la corona de espinas... Y yo me estaba riendo de su ignorancia”.

¿Este párrafo es metafórico o real? Conociendo el gusto que tenían los gnósticos por los símbolos, es seguro que sea simplemente una metáfora: la preeminencia del espíritu sobre la materia. Quizá en el apócrifo Apocalipsis de Pedro se halla la explicación:

“¿Qué estoy viendo, oh Señor? ¿Eres tú realmente el que ellos se llevan?... ¿Están clavando los pies y las manos de otro? ¿Quién es este sobre la cruz, que parece feliz y está riendo? El Salvador me dijo: aquel a quien viste alegre y riendo sobre la cruz es el Jesús vivo. Pero aquel en cuyas manos y pies han metido los clavos es su parte carnal, el cual es el substituto”.

Esto fue escrito sin duda alguna por un docetista. Esta corriente de pensamiento sostenía que Jesús fingía estar hecho de carne, pero que en verdad era solamente energía pura y por lo tanto no le podía pasar nada. Sólo su parte carnal fue crucificada. Según la herejía docetista, el que murió fue una mera ilusión óptica. El “verdadero” Jesús (el ser espiritual) jamás falleció.

En el apócrifo Hechos de Juan también se observa la herejía docetista:

”Voy a contarles otra gloria, mis hermanos. Algunas veces cuando quise tocarle (a Jesús) encontré un cuerpo material y sólido, pero en otras ocasiones cuando le sentí, su sustancia era inmaterial e incorpórea... como si no existiera en absoluto”.

En este mismo pasaje Juan afirma que Jesús no dejaba huellas al caminar y no parpadeaba. Es que para el docetismo, como ya explicamos, el cuerpo no era real, sino sólo un mero espejismo.

Igualmente, en el Corán se dice que a Jesús:

“no lo mataron, ni lo crucificaron, sino que creyeron hacerlo”.

En el Evangelio de Bernabé se afirma que es Judas el que reemplaza a Jesús en la cruz, como castigo por su traición.

sábado, 20 de marzo de 2010

Los años perdidos de Jesús



Capítulo 5


“Y hay también muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aún en el mundo entero cabrían tantos libros sobre el tema”.
-Juan 21:25-

“La Biblia no contiene ni una sola idea religiosa o moral que no figure, de una u otra manera, en las sagradas escrituras de las religiones anteriores a Jesús o coetáneos del mismo”. - Robert Kehl,
historiador alemán, autor de “Los Secretos de la Iglesia”


“Vuélvanse caminantes”.
-Evangelio de Tomás-

Existe un gran silencio sobre la vida de Jesús entre los 12 a los 30 años. Sin embargo, hemos tratado de hurgar en tradiciones y crónicas antiguas extra bíblicas y las hemos juntado con las pistas que existen en los apócrifos e investigaciones actuales. El resultado es este capítulo, que es nuestra propuesta sobre qué cosas creemos que realizó Jesús en esa etapa de su existencia y que le sirvió de base para poder inventar un culto que sintetizaría las principales religiones de su época. Nos basaremos entre otras fuentes con el apócrifo:

Correspondencia entre Jesús y Abgaro: Existen versiones en diferentes idiomas: siríaco, armenio, griego, latín, árabe, copto y eslavo. Su copia más antigua se remonta al siglo III. Se piensa que fue escrita por un seguidor de Jesús, basándose en tradiciones antiguas verídicas.

Aventureros de la verdad

Según los escritos apócrifos, con la muerte de José finaliza la infancia de Jesús y comienza su juventud, la parte más oscura de su historia, que todos conocemos como “los años perdidos”, tiempo del que no se ha escrito nada en la Biblia. ¿Por qué ese silencio? Todo parece indicar que se debe a que tanto Jesús como su madre pasaron todo este tiempo fuera de Palestina. Las razones de este largo viaje y lo que aprendió allí son los puntos que trataremos de dilucidar a continuación.

Muchos conocen el libro de Faber-Kaiser que trata sobre la supuesta vida de Jesús en Cachemira. Sabido es cual ha sido su fuente de información: el director del Departamento Estatal de Historia de Cachemira, profesor F.M. Hassnain. Es este misterioso sujeto quien nos habla en el libro de Faber Kaiser sobre el escrito de Nikolai Notovitch, quien presumiblemente había hallado, a fines del siglo XIX en la lamasería de Hemis (sureste de Leh, Tíbet), gran cantidad de rollos que hablaban de un santo llamado Isa, cuya vida era extraordinariamente semejante a la vida de Jesús de Nazareth.

En base a lo que cuenta Hassnain sobre estos documentos (que nadie ha visto salvo Notovitch), Faber Kaiser escribió su exitoso libro. El problema es que últimamente se le pidió al Dalai Lama que opinara sobre los presuntos escritos que narraban la vida del santo Isa y dijo que no sabía nada al respecto. Entonces como que el asunto toma el mismo cariz que poseen los escritos de Blavatsky (teosofía) y de Churchward (continente Mu): ambos se basaron en textos que nadie vio excepto ellos mismos.

En todo caso, si Notovitch inventó toda la historia de los misioneros para otorgarle mayor autoridad a sus investigaciones es una pena, ya que gran parte de lo expuesto por Hassnain parece real, y tontamente desacredita sus pesquisas utilizando una treta que suele ser muy exitosa en cuanto a las ventas y a la publicidad, pero que empobrece a nivel científico las evidencias obtenidas.

Al parecer, el interés de Hassnain es sobre todo religioso, ya que existe un movimiento islámico llamado Ahmadiyya que tiene como credo todo lo que propone Hassnain en sus declaraciones, en donde él mismo pertenece. Esta secta parece haber recibido poderosa influencia del cristianismo nestoriano, que justamente se refugió en Ladakh (muy cerca de Cachemira), después de su condena por herejes en el Concilio de Efeso (431 d.C.). Ellos negaban la unión de la naturaleza divina con la humana en Jesús. Así mismo, en los últimos capítulos del libro de Faber Kaiser, nos informa que el movimiento Ahmadiyya acababa de ser separado del credo musulmán por otorgar demasiada importancia a la figura de Jesús.

Como sea, utilizaremos, como parte de nuestro análisis, algunos datos de Hassnain por no carecer totalmente de interés y sobre todo, porque gozan de una sorprendente popularidad.

Jesús en el Corán

Dice Hassnain que los manuscritos de la lamasería se referían a Isa:

“....Poco tiempo después un hermoso niño nació en el país de Israel, el mismo Dios habló por su boca de este niño explicando la insignificancia del cuerpo y la grandeza del alma”.

Es obvio que hablan de Jesús. Además, cabe subrayar que Isa (o Aisha) es el nombre con que figura Jesús en el Corán, en los toponímicos hindúes y en los libros persas. “Isa” es una deformación del “Yeshua” hebreo. Siendo esta historia en verdad una tradición islámica recogida por la secta Ahmadiyya, no es pues nada raro que usaran el nombre de Jesús utilizado en la Biblia de los musulmanes. El relato de Hassnain continúa elogiando tanto al niño prodigio como a sus padres: el chico es un sabio y desde pequeño predica a las multitudes. Pero luego Hassnain toca un punto crucial:

“Cuando Isa alcanzó la edad de 13 años, la época en que un israelita debe tomar una mujer, la casa en que sus padres se ganaban el pan mediante una labor modesta, comenzó a ser sitio de reunión de la gente rica y noble que deseaba tener al joven Isa por yerno, siendo así que en todos lados era conocido por sus discursos edificantes en nombre del Todopoderoso. Fue entonces cuando Isa desapareció secretamente de la casa de sus padres, abandono Jerusalén y se encaminó con una caravana de mercaderes hacia Sindh, con el propósito de perfeccionarse a sí mismo en el conocimiento divino y de estudiar las leyes de los grandes Budas”.

¿Qué tanto de verdad hay en lo que creen los ahmadiyyas sobre la partida de Jesús lejos de su hogar? Si fue así, ¿qué lo motivó?

Joven en edad de casarse

En primer lugar diremos que, como hemos visto en los apócrifos de la infancia, Jesús no fue tan popular durante su niñez como lo describe Hassnain sino que siempre hubo opiniones bien divididas sobre él. De modo que es cuestionable de que hubiera mucha gente interesada en casarse con él. Sin embargo, es posible que el abolengo de los padres de Jesús pudiera resultar atractivo a sus vecinos.

Otro punto interesante para observar es que la costumbre de casar a los jóvenes siendo púberes no era una costumbre originariamente israelí, sino propia de las naciones árabes y paganas. Los hebreos varones del régimen patriarcal primitivo acostumbraban a contraer matrimonio después de los 30 años y no antes, lo que se refleja claramente en el Antiguo Testamento. Sin embargo, en los tiempos de Jesús tal costumbre se había contagiado de usos extranjeros, pues un sujeto sólo podía ser niño virgen, adulto casado y adulto viudo. La categoría “soltero” ya no existía en el léxico hebreo. O sea, que los judíos se casaban rápido y jóvenes.

Entonces, es bastante factible que, luego de la muerte de José, se estuviera planeando comprometer a Jesús con alguna jovencita de la zona pero, ¿realmente fue ese el motivo de la salida del muchacho o es que hubo razones de mayor peso? Todo hace pensar que algo realmente importante interrumpió el noviazgo de Jesús, obligándolo a cambiar su vida drásticamente. Pero, ¿qué pudo ser?

Anás, el archi enemigo

Por esa época, Arquelao acababa de ser removido de su puesto como gobernador y era nombrado delegado de Siria el senador Quirinius por el emperador Augusto. Hasta aquí todo bien. La cosa fue que con este cambio de gobierno, se nombró un nuevo sumo sacerdote: nada menos que a Anás, padre del joven cuya muerte se achacó a una maldición de Jesús. Siendo que en esa época no había gobernadores hebreos en Judea, el sumo sacerdote llegó a representar la máxima autoridad judía. Eso sí que fue un gran problema para Jesús. Su máximo enemigo desde antes de su nacimiento tenía ahora todo el poder del mundo para destruirlo si lo encontraba.

Pero para quienes puedan argüir que atribuir la huida de Jesús al nombramiento de Anás como sumo sacerdote es una exageración casi novelesca de la ruindad del saduceo, diremos que Anás sólo ejerció su puesto hasta el año 15 d.C. ya que fue destituido por el procurador Valerio Grato por “extralimitarse” en el ejercicio de su autoridad. De modo que los temores de María y de Jesús habrían sido perfectamente fundados.

Así, huyendo de la venganza personal de Anás, quien había demostrado especial desprecio a su familia desde el día en que acusara a María ante el Sanedrín, y cuyo odio habría sido acrecentado con la muerte de uno de sus hijos a causa del descontrol de las facultades del aprendiz de Mesías, Jesús tuvo que dejar Palestina siendo un adolescente aún. Pero, ¿a dónde fue?